Reflexiones

sobre el campo

público

Resumen

La crisis económica de 2008 inauguró una serie de cuestionamientos económicos, sociales y políticos, que giraron en torno a los éxitos y fracasos del modelo de desarrollo neoliberal. La propuesta económica y política, que debía sustituir y resarcir los daños que se heredaron del capitalismo keynesiano, sobre todo del estado paternalista, se fue agotando tras el derrumbe de las economías de libre mercado y el modelo de democracia representativa. Sin embargo, el agotamiento del neoliberalismo no se quedó acotado a los sucesos económicos del 2008, pues los alcances que ha tenido en los últimos 25 años, formaron una vasta lógica de mercado que atravesó el campo político, económico, jurídico y cultural.

Tras el derrumbe del libre mercado y la democracia representativa, la sociedad ha perdido la brújula. El mapa social que debía guiarnos hacia sociedades más emancipadas, se ha congelado en

1 Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Estudiante de Licenciatura en Administración Pública y Ciencias Políticas, imeza95@outlook.com

2 Universidad de Oriente. Profesor-Investigador, hec02@hotmail.com

Luis Esteban

Pérez Meza1

Héctor

Galeano Sandoval2

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una profunda perplejidad por los sucesos sociales del presente: creciente acumulación de la riqueza en pocas manos, creciente apertura en la brecha de desigualdad, violencia estructural en asuntos públicos como la salud, vivienda, educación y alimentación; racismo, migración de la periferia hacia los centros de desarrollo, terrorismo, y, quizá la más grave de todas por contener dentro de sí el futuro de la reproducción de la vida misma: la destrucción medioambiental.

Tras esta bifurcación histórica, es necesario comprender la necesidad de resignificar el espacio público como instrumento de responsabilidad social, para hacer frente a los problemas públicos del ahora; para esto, debemos mirar al pasado, no con una mirada de nostalgia por las bondades del ayer, sino con una mirada crítica que nos permita aprender de los aciertos y fracasos para construir el hoy. Entendemos que no es posible construir sociedades más justas y emancipadas, si se encuentran separadas por sus lazos sociales. Nos corresponde a nosotros resignificar ese espacio público, tan de todos, como el aire, y el agua que respiramos y bebemos, aunque también la estén privatizando. Este trabajo utiliza el método de investigación documental; la técnica de investigación usada fue la sistematización bibliográfica; y el instrumento de recopilación de datos fue la ficha de trabajo.

Palabras clave:

Espacio público, campo, crisis integral.

Abstract

The economic crisis of 2008 inaugurated a series of economic, social and political questions, which focused on the successes and failures of neoliberal development model. The economic and political proposal, which would replace and compensate the damages inherited from Keynesian capitalism, especially

from the paternalistic state, was exhausted after the collapse of the free market economies and representative democracy model. However, the exhaustion of neoliberalism was not limited to the economic events of 2008, because the scope it has had in the last 25 years, formed a vast market logic that crossed the political, economic, legal and cultural field.

After the collapse of the free market and representative democracy, society has lost its compass. The social map that should guide us towards more emancipated societies, has been frozen in a deep perplexity by the social events: growing accumulation of wealth in few hands, increasing openness in the inequality gap, structural violence in public issues such as: health, housing, education, nutrition, racism, terrorism, migration from the periphery to development centers. And perhaps the most serious of all to contain within itself the future reproduction of life: environmental destruction.

After this historical bifurcation, it is necessary to understand the need to resignify the public space as an instrument of social responsibility, to face the public problems of the now; For this, we must look to the past, not with a look of nostalgia for the benefits of yesterday, but with a critical look that allows us to learn from the successes and failures to build today. We understand that it is not possible to build more fair and emancipated societies, if they are separated by their social ties. It is up to us to resignify that public space which belongs to us all, such as the air, and the water that we breathe and drink, although they are also privatizing it.

This work uses the method of documentary research; the research technique used was the bibliographic systematization; and data collection instrument was the worksheet.

Keywords:

public space, field, Integral Crisis.

Fecha de recepción:

14-mayo-2018

Fecha de aceptación:

02-abril-2018

Introducción

El modelo de desarrollo neoliberal inauguró una nueva forma de organización social, no solo en términos económicos, sino que su estructura y marco teórico abarcaron el campo político, jurídico y cultural. En cada uno de estos campos podemos observar y estudiar características muy particulares que cambiaron la percepción del mundo, que se tenían hasta antes de los años setenta; por ejemplo, el consumo durante el keynesianismo, que era la clave fundamental para acelerar el crecimiento económico, este se intensificó a partir de los años ochenta, generando una transformación evidente en el consumo. Las sociedades comenzaron a adquirir más de lo que necesitaban. ¿Cómo lograr que se intensifique el consumo? La moda es una respuesta fenoménica que oculta los valores que se propagaron a través de los medios masivos de comunicación: la exacerbación del individualismo. Las sociedades, después de los años ochenta, ya no consumieron únicamente en grupo, sino que ahora era individual: dispositivos electrónicos, ordenadores, computadores, automóviles, etcétera, todo esto para satisfacer una sola lógica: el “yo”. Lo mismo podríamos pensar con el empleo, la seguridad social, la participación ciudadana en los asuntos de gobierno, etcétera.

Para comprender las características que distinguen a cada uno de los campos, es necesario que definamos, en primera instancia, lo que entendemos por “campo”; para ello, seguiremos la tradición epistemológica de Pierre Bordieu y el

contenido filosófico que encontramos en Enrique Dussel; posteriormente, seguiremos la tradición sociológica propuesta por Pierpaolo Donati, quien propone, a través de su teoría relacional, que toda forma de organización social comprende al menos cuatro subsistemas sociales. Estos cuatro subsistemas (económico, político, normativo y cultural) tomarán, en este texto, un sentido aproximado a la categoría de campo. Por último, reflexionaremos cómo, en el campo económico, se dieron las transformaciones epistémicas necesarias para construir lo que hoy conocemos como neoliberalismo, un proyecto académico que atravesó los campos que configuran el conjunto de la estructura social. Sin embargo, ante la crisis de este modelo de desarrollo, es necesario replantear y traer a discusión la principal categoría que nos puede servir como instrumento de emancipación social: el espacio público.

Estos campos no se dan de manera aislada, sino que están entremezclados, y su función, codeterminante, logra la sinergia necesaria para que una sociedad exista (Donati, 2006). Estos cuatro campos son descritos en un sentido cercano al de Talcott Parsons; sin embargo, el análisis de la teoría relacional está alejada del estructuralismo funcionalista, en tanto rompe con una de sus principales trabas: el determinismo estructural.

1. El campo como totalidad de las actividades humanas

De acuerdo con las obras teóricas de Pierre Bordieu (1984, 1970, 1992), cada campo se constituye como un espacio de conflicto entre actores enfrentados por los bienes que ofrece cada campo; este consiste en un sistema estructurado de relaciones de fuerza entre esas posiciones. El sujeto, que participa en cada uno, es definido como actor de las relaciones sociales.

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El significado filosófico sobre campo, que encontramos en las obras de Enrique Dussel (2006; 2009), nos permite una mirada práctica que podemos dilucidar dentro de la estructura social. Pensemos en lo siguiente:

...En cuanto utilizaremos dicha categoría (la de campo) para situar los diversos niveles o ámbitos posibles de las acciones y las instituciones, en las que el sujeto opera como actor de una función, como participante de múltiples horizontes prácticos, dentro de los cuales se encuentran estructurado además numerosos sistemas y subsistemas – en un sentido semejante al de N. Luhman– Estos campos se recortan dentro de la totalidad del “mundo de la vida cotidiana”. Hay tantos campos como tipos de actividades humanas. Nos interesan especialmente los campos prácticos. El sujeto, entonces, atraviesa dichos campos situándose en cada uno de ellos funcionalmente de diversa manera... El mundo cotidiano nos es la suma de todos los campos, ni los campos son la suma de los sistemas, sino que los primeros (el mundo, el campo) engloban y sobreabundan siempre a los segundos (los campos o sistemas), como la realidad siempre excede todos los posibles mundos, campos o sistemas; porque al final, los tres, se abren y se constituyen como dimensiones de la intersubjetividad. Y esto es así porque los sujetos están inmersos ya desde siempre en redes intersubjetivas, en múltiples relaciones en las que juegan la función de nodos –en el sentido de M. Castells– vivientes y materiales insustituibles; no hay campos ni sistemas sin sujetos (aunque puede considerarse a un sistema analítica y abstractamente como si no tuviera sujeto) (Dussel, 2009, p. 90).

Se entiende que los sujetos intersubjetivos participan en diversas actividades humanas, y cada actividad humana comprende diversos significados, instituciones y formas de relación social. La totalidad de las actividades delimitadas por los significados, instituciones y formas de relación social, se entienden como campo. Así, podemos hablar del campo económico y diferenciarlo del campo político, cultural y jurídico.

2. La función social de los cuatro subsistemas propuestos por Pierpaolo Donati

La tradición sociológica que hereda Pierpaolo Donati del estructuralismo funcionalista y la constante crítica por caer en un cierto determinismo estructural, obliga a nuestro filósofo italiano a pensar en los constantes cambios sociales y la relativa autonomía que existe entre cada actividad social que realizan los sujetos a través de sus instituciones, con esto se pretende superar la principal traba de la ciencia social moderna: el determinismo estructural. Para ello, desarrolla la teoría relacional con la que nos propone que toda forma de organización social está compuesta por al menos cuatro subsistemas: económico, político, jurídico y cultural, mismos que funcionan de forma entremezclada y dan sustento a la estructura social:

• Estructura económica. Este subsistema tiene como finalidad la producción, reproducción y aumento de la vida de los sujetos intersubjetivos, a través de la producción de satisfactores. Es decir, el subsistema económico debe garantizar las condiciones materiales necesarias para satisfacer las necesidades de la sociedad. Una economía que no sea capaz de satisfacer la reproducción material, no está cumpliendo con su lógica.

• Estructura política. Este subsistema se encarga de expresar y articular las metas, objetivos y comportamientos de la comunidad. Es necesaria la plena organización de la comunidad política para cumplir el fin último de toda organización social: la producción, reproducción y aumento de la vida. Si no se cumple la articulación de las metas de los sujetos singulares, nos encontramos ante la plena lucha de voluntades, en un sentido Hobbesiano.

• Sistema normativo. Este subsistema tiene la función de garantizar la cohesión social a través de las reglas obligatorias y coercitivas. Este debe estar basado en la reciprocidad; es decir, se guía por la confianza en el cumplimiento por parte de los demás, de las normas fijadas por la sociedad.

• Base cultural. Este subsistema tiene como fundamento a las referencias expresivas colectivizadas de la comunidad; la idea de trascendencia que le otorga un sentido de vida a los sujetos singulares de la comunidad, está basada en este subsistema. Esta idea de trascendencia puede expresarse a través de dos pilares: la religión, que nos otorga una idea de vida eterna; y el nacionalismo, que nos da la posibilidad de heredar un legado en la tierra.

Estos subsistemas, desarrollados desde la teoría relacional, son de vital importancia para comprender el funcionamiento de la estructura social en su totalidad. Sin embargo, aquí se propone que estos cuatro subsistemas pueden adoptar la forma de campo, en el sentido construido anteriormente. Cada uno de estos campos (económico, político, jurídico y cultural) se abren en el horizonte, representando las actividades humanas que conforman la totalidad orgánica de la sociedad

misma. Cada campo funciona como una codeterminación de la anterior, y los sujetos como actores sociales determinados por su condición y actividad dentro de la misma. Cada campo, además, se encuentra en una cierta correlación de fuerzas; es decir, una y otra, son motor y freno para alguna.

3. Desarrollo y discusión

Como bien es sabido, la crisis económica de 2008 puso en duda al modelo de desarrollo económico. Supongamos lo siguiente: el recorrido histórico del neoliberalismo, durante los últimos treinta años, ha causado más desconciertos que aciertos, pues las exigencias que se plantearon, como un intento por superar las fallas del capitalismo keynesiano, han fracasado.

• El Estado Nacional moderno, en su formulación como Estado social y democrático de derecho, sufrió los embates de la globalización neoliberal, y de la hegemonía privatizadora y flexibilizadora (Mondero, 2011).

• En el modelo de desarrollo económico hay muchos límites del desarrollo del capital, se trata de la existencia limitada de recursos o medios de producción no renovables en el planeta tierra. En el capitalismo, las crisis, por el contrario, se hacen cada vez más abismales, porque se producen, primeramente, no para cumplir necesidades, sino para acumular ganancia, y se supeditan todo el sistema al logro de ganancia financiera de un capital que se torna cada vez más ficticio (Dussel, 2014).

• El pensamiento moderno inaugura una nueva cultura del consumo. La individualización y masificación del consumo se convierten, en el neoliberalismo, en una forma de relación social y material. Serán los valores narcisistas e individualistas los que premien la condición necesaria para concretar la masificación del consumo; creando así,

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sujetos cada vez más desconectados de los lazos comunes y la inauguración de una era del vacío (Lipovetsky, 1986).

Como hemos visto, los cambios afectan todos los órdenes sociales; pero en este punto, cabría preguntarse: ¿por qué es necesario construir un marco categorial que resignifique el espacio público? Antes de responder, hay que comprender unas breves aportaciones teóricas que giran en torno a la definición del espacio público.

• El vocablo público es una categoría comprensiva incumbente a la totalidad de un pueblo políticamente organizado, una república –cosa pública–, donde impera el interés colectivo o comunitario como conjunto (Guerreo, 2003).

• El espacio público nos remite a lugares comunes y compartidos, donde, al menos potencialmente, todos tienen la posibilidad de discutir y argumentar, sobre los intereses y problemas comunes (Flacso, 2008).

• El espacio público puede entenderse como el espacio que a todos conviene (Canto, 2010).

• Hablamos de espacio público político, distinguiéndolo del literario, cuando las discusiones públicas tienen que ver con objetos que dependen de la praxis del Estado. El poder del Estado es también el contratante del espacio público político, pero no su parte ciertamente rige como poder público; pero, ante todo, lo que necesita el atributo de la publicidad para su tarea, es lo público; es decir, cuidar del bien general de todos los sujetos de derecho. Cuando el ejercicio del dominio político se subordina efectivamente a la demanda pública democrática, logra el espacio público político una influencia institucional en el gobierno por la vía del cuerpo legislativo.

El título “opinión pública” tiene que ver con tareas de crítica y de control, que los ciudadanos de un estado ejercen de manera informal (y también de manera formal en las elecciones periódicas), frente al dominio estatalmente organizado (Habermas, 1981).

Lo anterior llevó a discusiones de la conceptualización de lo público y a lograr acuerdos para concluir con la separación entre la esfera de lo privado y la esfera de lo público: “pretensión de encontrar el interés que a todos conviene, teniendo en cuenta que se parte de los intereses individuales y que no todos los individuos tienen las mismas condiciones para realizar sus intereses, por lo que lo público expresa a la vez desigualdad social” (Canto, 2003, p. 4).

En el ámbito político, específicamente sobre las políticas públicas, lo público se entiende como una idea central de las sociedades en las que la cultura de libertades civiles y políticas individuales contribuye al proceso de formación de un estado-nación. Específicamente, el ámbito de lo público rebasa la restricción de lo individual y de lo privado, y se convierte en todo lo que está disponible para todos los ciudadanos, individuos y algo muy importante: se concibe como público lo que puede traer beneficios de interés y de utilidad para todos los que conforman una asociación política. Como señala Aguilar, el ámbito público:

Es el campo de interacciones e interpelaciones en el que los ciudadanos individuales, por sí mismos o por los voceros de sus organizaciones, hacen política y hacen las políticas: definen las normas generales, dan forma a sus problemas y esquemas de solución, perfilan y eligen a los líderes del Estado (2000, p. 29).

Nos encontramos ante una crisis integral generada por el ingreso del capitalismo en la globalización neoliberal y su crisis final, con inicio en 2008. Entendemos por crisis integral al conjunto de subsistemas (económico, político, jurídico y cultural) que han dejado de responder a los intereses de la mayoría de los integrantes de la comunidad política, y que, por lo tanto, han perdido legitimidad siendo cuestionados por las bases populares; es decir, el modelo de organización social, en su conjunto, se ha totalizado, cerrándose sobre sí mismo, y excluyó a buena parte de la sociedad, dejándola en condiciones precarias. Esta crisis integral, a la cual nos referimos, tiene tintes muy particulares que son evidentes en al menos tres ámbitos: el Estado Nacional moderno, el modelo de desarrollo económico y el pensamiento moderno.

El común denominador que rige el espacio público se refiere a los lugares comunes y compartidos que a todos conviene. Resignificar el espacio público es entender el conflicto que hay en cada esquina de lo social, la tensión inevitable entre intereses colectivos e intereses individuales, entre emancipación personal y regulación colectiva. Recuperar lo público es recuperar un espacio tan de todos y tan de cada uno, como el aire y el agua, que respiramos y bebemos, respectivamente; aunque también el aire y el agua se están privatizando.

La actual forma de organización social ha exacerbado la lógica del individualismo, regida por las leyes de la competencia. Se ha masificado el consumo y se han interiorizado valores narcisistas a través de los aparatos ideológicos del Estado. Se han destruido buena parte de nuestros ecosistemas, y se ha acelerado el proceso entrópico del planeta.

Conclusiones

Complejidad, flexibilidad, coordinación social mediante redes, complementación entre Estado y mercado, cooperación, descentralización y

pluralidad, parecerían ser los términos que definen hoy los problemas de gestión en el espacio público. La modernización encierra evidentes paradojas, siendo la primera y más importante de ellas, la creciente brecha entre el desempeño de los indicadores materiales de la vida y el sentimiento de inseguridad de la población. Así, es creciente el miedo a la exclusión, el miedo al otro, y el miedo al sinsentido de la experiencia cotidiana.

Se trata de una pérdida de confianza en el futuro como medio clave para reducir la complejidad del mundo, haciendo descender la complejidad de la realidad como tal a formas de representación, lo que permite establecer los parámetros de la vida segura. Es, en los términos de Giddens, la pérdida de fiabilidad en los sistemas abstractos de la modernidad, los cuales han proporcionado una gran seguridad al vivir cotidiano, inexistentes en los órdenes premodernos (Giddens, 2002).

Marx (2015) decía que, de cada crisis, el capitalismo sale con menos argumentos, y al parecer la historia le ha dado la razón. La crisis económica, política y social, comenzada en 2008, demostró que la realidad se desbordó y que el constructo categorial que lo mantenía a flote, también está en crisis. Las repuestas son cada vez más acotadas y los cuestionamientos van en aumento. Romper con la lógica de la flexibilización, el individualismo y la privatización, requiere indudablemente de marcar las pautas de lo común. Resignificar el espacio público conlleva a pensar desde marcos distintos. Si la lógica del “sálvese quien pueda” continúa rigiendo la vida social, estaremos muy cerca de poner en juego nuestra propia existencia como especie. Vivimos en sociedad para burlar la muerte, para vivir más y vivir mejor. Intentar romper, o negar nuestros lazos sociales, es una forma de contradicción biológica. Sabemos, porque la historia así nos lo ha enseñado, que los seres humanos somos originariamente gregarios.

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Es momento de sentarnos a pensar y a dialogar acerca del futuro que esperamos. Es momento de activar el motor de emancipación social, pero sólo podremos activarlo en tanto existan lazos sociales compartidos.

REFERENCIAS

BIBLIOGRÁFICAS

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