Universciencia
ISSN: 1665-6830
Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.0 Genérica (CC BY-NC-ND 2.0)
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/deed.es
Universciencia
Mayo-agosto - Año 20 - Núm. 60 - 2022
http://revista.soyuo.mx/index.php/uc
universcienciasoyuo.mx
universciencia@soyuo.mx
Recepción: marzo-2022
Aceptación: abril-2022
Pág. 71-82
eL amor en tiempos de pandemia
the Love in pandemic time
Resumen
Desde el año 2020, el mundo se encuentra en una situación de pandemia mundial
a causa del virus COVID-19. Sin embargo, tal situación se caracteriza por
inscribirse en dentro de las lógicas de la biopolítica y la inmunización descritas
por los lósofos Michel Foucault y Roberto Esposito respectivamente. El
objetivo de este artículo fue analizar, por medio de una revisión bibliográca,
cómo estos conceptos determinan las relaciones amorosas en un contexto
de pandemia. Los resultados identican un discurso amoroso que busca el
modelo self made man, la optimización de sí, el amor positivizado y adúltero
como sustituto del amor pasión. La conclusión propone como solución a
estas prácticas inmunizadas, la ideas de amor de Bauman (2020) y Han (2014)
que implican pensar el amor como un acontecimiento cercano a la muerte.
Palabras clave: política social, neoliberalismo, pandemia, amor.
Abstract
Since the year 2020, the world has been in a global pandemic situation due to
the COVID-19 virus. However, such a situation is characterized by being part
of the logic of biopolitics and immunization described by the philosophers
Michel Foucault and Roberto Esposito. The objective of this article was
to analyze, with a bibliographic review, how these concepts determine love
relationships in a pandemic context. The results identify a loving discourse
which seeks the self-made man model, self-optimization, positivized and
adulterous love as a substitute for passionate love. The conclusion proposes as
a solution to these immunized practices, the ideas of love of Bauman (2020)
and Han (2014) that imply thinking of love as an event close to death.
Key words: social politic, neoliberalism, pandemic, love.
1
Centro de Estudios Tercer Milenio. Estudiante.
Licenciado. Docente y psicoanalista. Puebla,
México. E-mail: danielgonzalezlor@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1706-
0558 Google Scholar: https://scholar.google.
com/citations?hl=es&user=wcTcNboAAAAJ
danieL aLeJandro
gonzaLez Loranca
1
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INTRODUCCIÓN
2
El contexto actual se encuentra atravesado por
el fenómeno inusitado de la pandemia global
por el virus de COVID-19, no sólo en el plano
económico, sino también en todos los ámbitos
como el educativo, el laboral, el social y hasta el
personal o íntimo. A partir de estas circunstancias
podría considerarse que las cosas han cambiado
sin tener claridad respecto a si será para mejorar
o empeorar las condiciones actuales. Lo cierto es
que el contexto de pandemia funge como punto de
partida para realizar un análisis respecto a cómo se
establecen las nuevas formas de relacionarse entre
personas. Así pues, el presente texto tiene como
nalidad analizar las condiciones que caracterizan
las relaciones amorosas en el tiempo actual de
pandemia por el virus de COVID-19.
Como punto de partida, se retoma al lósofo
francés Michel Foucault, quién en 1976 publicó
el primer volumen de Historia de la Sexualidad, allí
abordó por primera vez la cuestión del poder sobre
la vida, en el que enfatizó la diferencia entre lo que
él denominó la anatomopolítica y la biopolítica. En
primera instancia, la anatomopolítica debe pensarse
como aquellos procedimientos mediante los que se
ejercía el poder disciplinario sobre el cuerpo, en la
medida en que este era pensado como máquina.
Por otra parte, diferente al concepto anterior se
encuentra que:
hacia mediados del siglo XVIII, se centró
en el cuerpo-especie, en el cuerpo transido
por la mecánica de lo viviente y que sirve
de soporte a los procesos biológicos:
la proliferación, los nacimientos y la
mortalidad, el nivel de salud, la duración
de la vida y la longevidad, con todas las
condiciones que pueden hacerlos variar
(Foucault, 2019, p. 129)
A ese ejercicio de poder, Foucault lo denominó:
biopolítica. Esta biopolítica, en consecuencia,
tiene como objetivo el control, y por ende la
administración, la vigilancia y la gestión, ya no solo
de los cuerpos, sino que también de la vida y las
poblaciones.
Sin embargo, a pesar de lo ya mencionado “esto
no signica que la vida haya sido exhaustivamente
sometida a técnicas que la dominen o la administren;
escapa de ellas sin cesar” (Foucault, 2019, p. 133),
de esta forma puede explicarse el hecho de que ante
el actual avance tecnológico y desarrollo cientíco
se haya producido el brote de la enfermedad por
covid-19 a un nivel de pandemia mundial.
En este sentido, es importante señalar que
si la biopolítica se dene como el ejercicio de
poder sobre la vida y las poblaciones, los tiempos
de pandemia no son la excepción. La primera
estrategia recomendada por los países ante el
brote de coronavirus fue decretar connamiento
voluntario y cuarentena ante la sospecha de
padecer la enfermedad, esto mientras se lograba
inmunizar a la población. Este concepto remite al
término médico que reere al proceso por el cual
un organismo se hace resistente a una infección por
medio de una vacuna, por esa razón, al hablar de
inmunización o se piensa en forma de vacunación
o se piensa en torno al sistema inmunológico.
No obstante, el concepto también tiene otra
acepción, el lósofo italiano Roberto Esposito
(2009) considera que lo inmunológico se encuentra
íntimamente relacionado con lo comunitario, en
tanto que ambos se vinculan con el lema munus. El
munus tiene que ver con el vínculo que se establece
en una comunidad a través de una misma ley. En ese
sentido, “immunis es, por el contrario, aquello que
está exento o exonerado, que no tiene obligación
respecto al otro, pudiendo así conservar íntegra la
2
Artículo original y derivado del proyecto de investigación titulado:
El amor en los tiempos de Pandemia, Puebla, México.
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propia sustancia de sujeto propietario de mismo”
(Esposito, 2009, p. 81, 81). De esta manera, la
inmunización parte de dos premisas fundamentales:
1. La conservación íntegra de la propia sustancia. 2.
El sujeto propietario de sí mismo.
Por consiguiente, se puede referir que los
tiempos de pandemia son tiempos inmunitarios,
atravesados por la lógica de la biopolítica, de
esta manera, la característica de estos tiempos
es el centramiento en la vida y, sobre todo, en la
preservación de y no en la comunidad, en la medida
en que se es propietario de sí, se privilegia una cuestión
individualista que separa a los sujetos de los otros.
Aunado a este escenario, la condición de
no tener obligación respecto al otro toma un
papel protagónico en la actualidad, puesto que
tal situación pareciera convertirse en un requisito
para que el sujeto sea propietario de sí. Es en esos
términos que puede argumentarse que “Nuestro
prójimo ha sido abolido” (Agamben, 2020, p. 33).
Ahora bien, lo que es preciso recalcar es que
las estrategias, tácticas, técnicas, protocolos, planes
y formas de intervención planteadas, desarrolladas,
gestionadas y ejecutadas para hacer frente a este
fenómeno, por más novedosas que sean, están
constituidas con base en la lógica biopolítica
e inmunitaria debido a que todas ellas están
encaminadas a la preservación de la vida sobre
todas las circunstancias y, por ello, a resguardar la
propiedad íntegra de los sujetos sobre mismos. Por
esta razón, los análisis que tomen en consideración
el fenómeno de la pandemia no deben enfocarse
en estas supuestas nuevas formas de intervención,
sino en que la lógica biopolítica e inmunitaria que
las posibilita no ha cambiado. La razón que las
sigue sosteniendo es el aumento de la producción,
Por ello, el control, la administración, la vigilancia
y la gestión de la vida y las poblaciones se vuelven
importantes debido a que lejos de reprimir las
formas de vivir, lo que hacen es normalizarlas para
multiplicar sus fuerzas productivas, en torno a esto,
se insiste con ahínco, deben girar los análisis que
pretendan dar cuenta del fenómeno de pandemia.
Como consecuencia del análisis realizado
en el párrafo anterior, se plantea que un efecto
de la cuarentena y el aislamiento voluntario es
la abolición del otro, por lo que para hablar de
relaciones amorosas es importante plantear la
interrogante ¿De qué forma puede pensarse el amor
en estos tiempos de pandemia, o mejor dicho, en
estos tiempos de biopolítica y de inmunización? En
primera instancia, habría que recordar una frase de
Barthes en la que arma que “el discurso amoroso
es hoy de una extrema soledad. Es un discurso
tal vez hablado por miles de personas (¿quién lo
sabe?), pero al que nadie sostiene” (2019, p. 15).
El planteamiento del autor deriva en que se
puede hablar del amor, sobre él y en su nombre,
pero que, sostener las implicaciones de amar es otra
cosa que nadie hace. Aunque ¿en dónde reside esta
complicación? ¿por qué, según Barthes, es algo que
nadie puede sostener?
Esta idea que propone Barthes orilla a
reexionar acerca del amor, por esta razón es
importante recordar la enseñanza de Diótima a
Sócrates en el Banquete, que rescata Platón a través
de una conversación con Aristodemo. Sócrates
pregunta a Agatón sobre la naturaleza del amor
dando cuenta de que eros es amor de algo (Platón,
2010). Prosiguiendo con el diálogo, el lósofo
entrelaza amor y deseo llevando a Agatón a la
conclusión de que ambos se realizan cuando ese
“algo” no se posee. Subsecuentemente, Sócrates
plantea que en caso de que ese algo se posea, a lo
que se aspira es a no sólo poseerlo en la actualidad,
sino en el futuro también (Platón, 2010).
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En tales circunstancias, lo concerniente a
la naturaleza del amor tiene dos implicaciones: 1.
Algo (no a lo que se dirige o de donde proviene,
más bien “eso” que es lo que pone en relación al
amor). 2. Que aquello que pone en relación al amor
no se posea.
No obstante, si se piensa en la condición
inmunitaria que se plantea en párrafos anteriores,
en las que no tener obligación con el otro es un
imperativo, difícilmente, en la actualidad, podrá
pensarse el amor en los términos socráticos.
3
Ya que
al aplicarse prolongados periodos de connamiento
y aumentar la vigilancia del cuerpo y de la vida no
existe posibilidad de amar, o por lo menos, mirar
al otro; ya que las estrategias para minimizar los
efectos del COVID-19, aunque respondan a los
efectos de una ley, no posibilitan un vínculo con
el otro. Para Sócrates, la forma de establecer dicho
vínculo en una relación amorosa está determinada
por el deseo de algo que no se posee y esta añoranza
aparece solo en una idea opuesta a la de inmunidad.
DESARROLLO
Sin embargo, el amor socrático no es la única
forma de amor, durante el análisis se identicaron
dos propuestas que permean en la actualidad y se
oponen a la idea de amor socrático: la primera gira
en torno al amor propio; la segunda, alrededor de
pensar al amor como positividad.
Amor propio
En lo concerniente al amor propio, hay que decir
que este modelo, en la actualidad, se corresponde
con lo que Papalini denomina el modelo de self-
made-man (traducir); y se caracteriza por gestarse en la
cultura norteamericana a partir de la década de los
ochenta, cuya gura representativa es el empresario
de sí. Aquí “la autoarmación… es la condición
subjetiva imprescindible para sostener los cambios,
los “desafíos” que se presentan frecuentemente en
el plano laboral, pero que se extienden a la vida
cotidiana” (Papalini, 2015, p. 229) por lo que, nadie
sino uno mismo tiene que, en primera instancia,
raticar que puede vencer cualquier obstáculo para
que, en segunda, pueda tener dominio de ya sea
en el ámbito laboral, como en el curso de la vida
diaria.
Este dominio de sí, se conjunta fácilmente
con algunas características de los tiempos de
pandemia, ya que es un modelo que considera que
el individuo puede gestionarse como una empresa,
para enfrentar los desafíos que las labores asociadas
al connamiento implican, como el home ofce
(trabajo en casa), la autorregulación emocional, el
cuidado del cuerpo, el desarrollo de habilidades
tecnológicas, educación a distancia, entre otros.
Sin embargo, apostar por la cuestión del amor
propio basado en el modelo de self-made-man tiene
sus consecuencias puesto que “el sujeto del amor
propio emprende una delimitación negativa frente
al otro, a favor de mismo” (Han, 2016, p. 11),
esto es que se plantea el límite de en el otro, y, por
lo tanto, ese otro se convierte en aquella instancia
ante la que es menester mantener distancia, lo que,
en consecuencia, imposibilita sostener algún tipo
de relación con ese otro.
Eros, a partir de esta premisa, ya no trata de
poner al sujeto en relación con algo (como en el
amor platónico que el sujeto se ponía en relación
con algo que no se tiene), se trata de ponerlo en
3
Para reexionar al respecto, es recomendable revisar un
documental dirigido por Erick Gandini en 2015, llamado La teoría
sueca del amor el triunfo del estado del bienestarque presenta los efectos
del individualismo moderno, cuando los sujetos bajo el lema de la
autosuciencia conducen las acciones de su vida sin el obstáculo
que plantea el otro, incluso la maternidad y la paternidad no se
encuentran atravesadas por el discurso amoroso, la condición de la
muerte de un familiar deja de tornarse dolorosa.
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relación consigo mismo. Pero, esta relación “de
amor” consigo mismo se trata más bien de una
optimización de sí. Esta optimización de sí, por
más que se disfrace de autoaceptación y autoestima,
consiste en que “bloqueos, debilidades y errores
tienen que ser eliminados terapéuticamente con
el n de aumentar la eciencia y el rendimiento”
(Han, 2014, p. 47, 48), puesto que la demanda actual
consiste en aceptarse tal y como se es, con todo
y sus errores, pero, fundamentalmente, trabajar y
corregir esos errores para ser la mejor versión de sí
o ser mejor persona.
Ser mejor persona, en este contexto,
implica no equivocarse tanto, rendir al máximo,
concentrarse mejor, poner mayor atención en las
actividades, proponerse metas y objetivos a corto,
mediano y largo plazo, en otras palabras, trabajar
más y mejor.
Tomando en cuenta estas consideraciones,
hay que decir que corresponder con la propuesta
de amor propio hecha por el modelo de self-made-
man deja por fuera toda cuestión amorosa para
centrarse en una cuestión laboral-empresarial, lo
que constituye un proyecto de empresa-persona.
No obstante, esta lógica también se inscribe
dentro del ámbito inmunológico en la medida en
que la gura del otro es representada como un
obstáculo, como algo que hay que evitar a toda
costa, puesto que representa una amenaza, así
pues, si se marca un límite respecto al otro para
preservar la integridad propia que se presenta
ahora en forma de objetivos y metas personales.
De esta manera, la autoarmación se convierte
en el rasgo inmunológico fundamental de este
tipo de subjetividad y sitúa lo inmunológico ya no
solamente en el terreno de la biopolítica, sino en el
de la psicopolítica.
La psicopolítica consiste en que el modelo
neoliberal descubrió a la psique como una fuerza
productiva que se inserta en la forma de capitalismo
actual, cuya forma de producción radica en lo
inmaterial y lo incorpóreo y que, además, usa
a la optimización mental para incrementar la
producción (Han, 2014).
Hablar de amor propio, en consecuencia, no
implica abordar cuestiones concernientes al eros,
más bien, la puesta en marcha de un proyecto
psicopolítico que apunta a que el sujeto considere
que optimizarse a mismo es incrementar su
capacidad de producción y que esto es un acto de
amor propio mucho más importante y trascendental
que, incluso, amar a otro.
El amor positivizado
Otra forma de amor actual es el amor positivizado,
que consiste en eliminar aquellos rasgos negativos
que pueden encontrarse en el amor, es decir, se trata
de anular todo aquello que pueda poner en riesgo
la integridad de sí. Se le denomina “positividad”
debido a que: “En la sociedad neoliberal del
rendimiento las negatividades, tales como las
obligaciones, las prohibiciones o los castigos,
dejan paso a positividades como la motivación,
la autooptimización o la autorrealización la
nueva fórmula de dominación es <<sé feliz>>.
La positividad de la felicidad desbanca a la
negatividad del dolor.” (Han, 2021, p. 22, 23). El
amor positivizado, por lo tanto, es un amor que
apunta a la felicidad y, fundamentalmente, a evitar
de cualquier modo el dolor. Es por esta razón que,
este tipo de “amor” también puede constituirse
dentro de la lógica de la inmunización debido
a que pretende resguardar, prioritariamente, la
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integridad de sí resguardándola de toda posibilidad
de sensibilidad al dolor; y así como la lógica del
amor propio basada en el modelo self-made-man,
también se inscribe dentro de la psicopolítica.
Sin embargo, a diferencia del amor propio, su
proceso de constitución transita por otros senderos,
según Eva Illouz (2020):
en Europa occidental… como en los Estados
Unidos, el amor se fue desligando de la
cosmología religiosa a medida que empezó
a ser cultivado por las élites aristocráticas en
busca de un estilo de vida. Como resultado, el
amor antes destinado a Dios, fue el principal
vector para la formación de un individualismo
emocional. (p. 16)
La cuestión fundamental de tal situación radica en
que ya no se trataba de ponerse en relación con una
gura divina ante la cual se encontraba supeditada
la voluntad, ahora, la apuesta se constituye en torno
a una voluntad que pretende no sólo gobernar
sus emociones sino dirigirlas hacia un objeto en
particular, a partir de una posibilidad de elección.
Poco a poco, esta formación de un
individualismo emocional apostó por lo que Illouz
llama una libertad emocional, en tanto, la voluntad
se encontraba subordinada a una divinidad, las
emociones debían ser reguladas conforme a la
religión cristiana, y ahora, paulatinamente, se
buscaba esa independencia que asegurara una
especie de autonomía. Una vez que esta autonomía
se vinculó con la libertad emocional posteriormente
se relacionó también con la libertad sexual para
constituir una propiedad de sí. (Illouz, 2020)
La propiedad de sí, se diferencia del modelo
self-made-man propuesto por Papalini, en tanto
que el segundo responde a un modelo económico-
empresarial. La propiedad de sí, por otro lado,
sitúa sus inicios a partir del S. XVIII e “incluye la
conducción de la vida emocional y sexual desde el
espacio de la propia interioridad, sin impedimentos
del mundo exterior” (Illouz, 2020, p. 19). Se trata,
por ende, de la capacidad de apropiarse y dirigir
las emociones y la sexualidad desde la interioridad
de los sujetos. Con esto, se apunta, poco a poco, a
concebir a los sujetos como dueños de sí.
Ahora bien, esta cuestión de la propiedad
de sí, puede recordar al dominio de abordado
por Foucault en el tomo 3 de su Historia de la
sexualidad. Sin embargo, se distingue en tanto que,
en primera instancia, el dominio de sí se constituye
en función de una ética, y en segunda, porque
la experiencia de uno mismo que se forma
en esta posesión no es simplemente la de
una fuerza domeñada o la de una soberanía
ejercida sobre un poder listo a rebelarse; es la
de un placer que toma uno en mismo. Aquel
que ha llegado a tener nalmente acceso a
mismo es para mismo un objeto de placer.
No sólo se contenta con lo que es y acepta
limitarse a eso, sino que “se complace” en
mismo. (Foucault, 2019b, p. 79)
Por lo que, en la propuesta de Illouz se puede
ver que ser propietario de conlleva a adueñarse
de las emociones para dirigirlas o conducirlas a
donde el sujeto decida, mientras que en el abordaje
foucaultiano de los latinos, se trata de que quien
accede a llega a ser para mismo un objeto de
placer.
La importancia de ser propietario de radica,
según Eva Illouz, principalmente en oponerse y
erradicar por completo aquellas características
atribuidas a las emociones, a las pasiones o a
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cualquier cosa que pudiera arrebatar al sujeto de
su control. Ante estas circunstancias, por un lado,
debe replantearse qué es el amor y; por otra parte,
deben desaparecer aquellas características que
evoquen aspectos negativos o que priven al sujeto
de su propia autonomía. Por ejemplo, pensar el
amor de la siguiente manera:
el amor en todos sus grados y en todos sus
matices… es el más poderoso y activo de
todos los resortes … lo cual no le impide ser
a diario el promotor de los asuntos más malos
y embrollados; que rompe las relaciones más
preciosas, quiebra los vínculos más sólidos y
elige por víctimas ya la vida o la salud, ya la
riqueza, la alcurnia o la felicidad; que hace del
hombre honrado un hombre sin honor, del
el un traidor, y que parece ser así como un
demonio que se esfuerza en trastornarlo todo,
en embrollarlo todo, en trastornarlo todo.
(Schopenhauer, 2014, p. 16, 17)
En la que, como se observa, el amor aparece
representado como un promotor del mal,
será desechada puesto que plantea a un sujeto
corrompido por dicho mal, incapaz de anteponer
su propia voluntad.
De Rougemont (2001), por su parte,
pretende explicar la situación arguyendo que en la
época actual se ha trastocado la concepción que se
tiene del amor como pasión, en la medida en que,
ya no se siente lo que se sufre; en ese sentido, es
importante no perder de vista que pasión signica
sufrir, por lo que la pasión de amor no es más que
una desgracia.
Así pues, la pretensión de desmarcar a
los discursos y prácticas amorosas de aquellas
cualidades que privan de su autonomía o que orillan
a los sujetos a su desgracia fue subsumida también
por el modelo económico capitalista y como
consecuencia se tiene que “el amor se positiva
hoy para convertirse en fórmula de disfrute. De
ahí que deba engendrar, ante todo, sentimientos
agradables” (Han, 2016, p. 25) es por esa razón
que el amor, en la actualidad, se piensa en términos
de democracia o en términos empresariales. Si se
plantea un amor democrático se tiene que el otro,
con su alteridad y su presencia disruptiva, queda
anulado para presentarse como un igual. Esto
implica que no debe amarse lo otro-ajeno, debe
amarse lo igual. Si, por otra parte, se plantea un
amor empresarial, se debe rmar o llegar a un
mutuo acuerdo donde las partes involucradas
convengan en una serie de discursos y prácticas
que resguarden la integridad de quienes convienen.
Ambas propuestas se inscriben en las márgenes del
riesgo y del peligro de lo ajeno para resguardarse a
sí mismos.
En ese contexto, “enamorarse implica una
pérdida de soberanía en la modernidad la
pérdida de soberanía es un problema, una situación
que amenaza la integridad del yo porque amenaza
su autonomía en cuanto parece someterse a la
voluntad de otro” (Illouz, 2014, p. 64), situación
que justica que en la actualidad implique una
cuestión de pérdida, en la medida en que se piensa
que la situación o que uno mismo está perdido
si se enamora, así que ahora se apunta a evitar
enamorarse, por ello, en un sentido opuesto,
El amor se positiva hoy como sexualidad,
que está sometida, a su vez, al dictado
del rendimiento. El sexo es rendimiento.
Y la sensualidad es un capital que hay
que aumentar. El cuerpo, con su valor de
exposición equivale a una mercancía. El otro
es sexualizado como objeto excitante. No se
puede amar al otro despojado de su alteridad,
sólo se puede consumir. (Han, 2014, p. 23)
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En tal caso, el sexo se somete a la lógica del
rendimiento capitalista en la que el otro es despojado
de su alteridad. En dichas condiciones, no se hablaría
más en términos de amor sino, nuevamente, de
mercado. Aunado a esto, se encuentra, a su vez, la
lógica inmunitaria en la que despojar al otro de su
alteridad conlleva fundamentalmente a resguardarse
a sí mismo.
En ambas circunstancias, lo que queda
en duda es el fenómeno amoroso, mismo que el
lósofo coreano Byung Chul Han diagnostica en
estado de agonía. Sin embargo, en la lógica del
amor propio también nos encontramos ante un
fenómeno amoroso que desfallece, que tal como
armaba Barthes es de extrema soledad y que nadie
soporta.
Amor, adulterio y libertad
Llegados a este punto, se observa que en ambas
propuestas lo que resalta es el ideal de libertad:
Por el lado del amor propio, lo que se propone, en
apariencia, es la libertad respecto al otro, de manera
que el sujeto se considera libre en tanto no depende
de otro
4
sino sólo de mismo. Por otra parte, en
lo que atañe al amor positivizado, se hace notar que
la propuesta radica en que el amor, o más bien, el
sexo libera al sujeto del sufrimiento. Así pues, el
sujeto cree que es libre en tanto no sufre.
Otro punto de vista que puede considerarse
respecto a esta situación, y que involucra la
forma en que las lógicas de la psicopolítica y la
inmunización trastocan la manera en cómo se
concibe el amor es el que señala De Rougemont
(2001, p. 16): “La sociedad en que vivimos y en
cuyas costumbres, bajo este aspecto, apenas han
cambiado desde hace siglos, reduce, nueve veces
sobre diez, el amor pasión a revestir la forma del
adulterio.Esto implica que la sociedad actual ha
hecho pasar el amor pasión por adulterio como si,
ante la inminencia de este último, lo que estuviera
en juego fuera precisamente el amor cuando en
realidad, lo que se juega son los valores modernos,
así pues, el hecho de privilegiar el adulterio consiste
en un acto de supuesta libertad. Por tales motivos,
el autor asevera que aquellos pertenecientes a su
siglo, el s. XX:
Consideran que la delidad es una disciplina
impuesta (a los humores y deseos espontáneos)
por una decisión absurda y cruel, o bien una
prudente abstención… o ven también en
ella el efecto de una impotencia para vivir
ampliamente, de un gusto mezquino hacia el
“confort” y el conformismo, de un defecto
de imaginación; de una despreciable timidez,
de una falta de imaginación, de un sórdido
cálculo de intereses (De Rougemont, 2001, p.
307, 308).
Ahora bien, no debe perderse de vista que “el amor
passion implica una conexión genérica entre el amor
y la atracción sexual” (Giddens, 2019, p. 43, 44) y
que en la medida en que el adulterio se constituye
como acto de libertad es porque se presupone una
desligazón entre estos dos elementos. Así pues,
lo que se privilegia en esta separación de ninguna
manera es la condición amorosa, ya que por el
contrario, se considera que a través de la sexualidad
se puede conquistar una suerte de libertad individual.
Esta situación coincide con el hecho de que “la
sexualidad ha condensado el valor y la práctica de
libertad o, más exactamente, de la libertad personal”
(Illouz y Kaplan, 2020, p. 10). Por consiguiente, si
se habla de liberación es porque se presupone que
se ha liberado de los grilletes de la delidad y del
sometimiento al otro, pero si se ha aanzado tanto
el dispositivo de la sexualidad en el supuesto de ser
4
Byung Chul Han sostiene que este es el fundamento de la
psicopolítica, aunque tampoco debe perderse de vista que, al mismo
tiempo, se trata de una premisa inmunológica.
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puede aprender el elusivo arte de no caer en
sus garras, de mantenerse fuera de su alcance.
Cuando llegue el momento, el amor y la
muerte caerán sobre nosotros, a pesar de que
nosotros no tenemos ni un indicio de cuándo
llegará ese momento. (Bauman, 2020, p. 17)
Como se observa, amor y muerte tienen más en
común de lo que pareciera: ambos se inscriben
dentro de la lógica del acontecimiento, y por lo
tanto, quedan por fuera del ámbito de las estrategias,
del aprendizaje, de las artimañas, de los requisitos
que deben de cumplirse para llegar a amar de tal
o cuál manera. No se trata, por ende, de saber si
ya estoy listo, preparado o capacitado para amar, y
menos sanamente, puesto que lo sano nuevamente
se inscribe dentro del ámbito de la inmunización y
el amor, en contraste, se encamina a una dirección
opuesta.
El vínculo del amor y la muerte puede
pensarse de la siguiente forma: “La verdadera
esencia del amor consiste en renunciar a la
consciencia de sí mismo, en olvidarse de en otra
mismidad” (Han, 2014, p. 39). Morir, en estos
términos, implica renunciar a mismo. Por eso, el
amor no puede inscribirse en la lógica inmunitaria,
porque para amar hay que estar dispuesto a morir.
El amor en tiempos de pandemia que, como
se ha mencionado, es de tiempos inmunitarios, de
bio y psicopolítica, se positiva en forma de sexo o
se resguarda en la gura del crush y estas formas
de relacionarse, de ninguna forma, puede argüirse
que impliquen amor en el sentido propuesto por
Bauman y Han.
Sin embargo, hay un paso más allá de morir,
puesto que no se trata de la mera muerte en sí, sino
la muerte de sí en otra mismidad, pero ¿qué quiere
decir esto? Que “a esta muerte le sigue un retorno
una práctica liberadora es porque ha caído en la
argucia de que constituye una práctica en la que no
hay sufrimiento. Situación que, al menos desde la
óptica psicoanalítica, no es sino fatua debido a que
“el sexo es derrota. De coger, cualquiera que sea
su sexo, cualquiera sea el del o los compañero(s),
se sale como los trapos: deshecho [dé-fait]. Coger
es ir a una derrota [défaite]. Es como decir que ahí
se está como perdido” (Allouch, 2009, p. 92). Se
considera, entonces, en el ámbito psicoanalítico
que en cuánto a lo sexual se reere, más allá de una
libertad lo que se pone en juego es una derrota que
en la actualidad se maquilla mediante un proceso de
positivización.
No obstante, lo que no debe olvidarse y que,
por ese mismo hecho, resalta la importancia del
argumento de De Rougemont: el adulterio es la
práctica que articula la relación ilusoria entre sexo
y libertad, llevando la situación poco a poco a lo
que, como se ha hecho mención con anterioridad,
Chul Han denomina como positivización del amor
en forma de sexo.
Amor y muerte
Ahora bien, una vez que se ha realizado un recorrido
por las diferentes formas en que se presenta el
amor en la actualidad, se ofrece una propuesta que
pudiera revertir la situación agónica de Eros y que
lo lleve a subsistir. La alternativa, pues, es atravesar
la lógica inmunitaria y apostar por la muerte:
El amor y la muerte no tienen historia propia.
Son acontecimientos del tiempo humano, cada
uno de ellos independiente, no conectado…
a otros acontecimientos “similares”… y por
eso es imposible aprender a amar, como
es imposible aprender a morir. Y nadie
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universciencia - año 20 - núm. 60 - 2022 - issn 1665-6830
hacia sí” (Han, 2014, p. 39, 40). Esto es que si bien,
muero, el otro me restituye. Por eso es necesaria la
presencia del otro. No puede haber amor sin otro.
Así que para decirlo de forma lacónica “el poder
de Eros implica una impotencia en la que yo me
pierdo en el otro o para el otro, que me alienta de
nuevo” (Han, 2014, p. 41).
Por último, también es necesario señalar que
es por esta razón que el amor implica una cuestión
violenta. No hay que dejarse engañar, ni positivizar
el amor, por el contrario, hay que rescatar su
radicalidad y armar, por tanto, que el amor es
violento y en su violencia radica la experiencia
amorosa. Se dice que es violento puesto que “lo
más violento para nosotros es la muerte; la cual
nos arranca de la obstinación que tenemos por
ver durar el ser discontinuo que somos” (Bataille,
2013, p. 21). Entonces, queda claro que el amor es
violento porque nos arranca de nosotros mismos,
nos lleva a la muerte en otro, donde desde ese otro
le sigue un retorno reconciliado.
Pensar el amor desde estas consideraciones
teóricas, nos posiciona por fuera de la biopolítica, de
la psicopolítica y también de la lógica inmunitaria.
Para amar no se necesita primero amarse a y,
después, amar a los demás, para amar se necesita,
más bien, dejarse morir en otro.
CONCLUSIONES
En conclusión, debe tomarse en cuenta que los
tiempos de pandemia se encuentran totalmente
atravesados por las lógicas de la bio y psicopolítica
y la inmunización. Por lo tanto, para entender las
condiciones de estos tiempos, más allá de centrarse
en las formas en cómo se gestan y se llevan a
cabo las relaciones entre sujetos, los medios que
utilizan, las formas en cómo se organizan, etc., es
necesario enfocarse en que son estas lógicas las que
posibilitan todo ello.
En esas circunstancias, se puede aseverar
que, en la actualidad, las relaciones amorosas se
presentan de dos maneras: 1. Como amor propio.
2. Como amor positivizado en forma de sexo.
Ambas circunscritas al ideal de libertad individual.
Esta libertad individual, lejos de constituirse como
un ejercicio pleno, es el cariz de la puesta en marcha
de las lógicas previamente mencionadas.
A su vez, debe tomarse en cuenta que,
estas dos supuestas formas de amor representan,
más bien, dos formas de producción. El amor
propio, como pudo constatarse, responde a la
pretensión de hacer del sujeto la mejor versión de
mismo, apartándolo de los demás y llevándolo a
considerar que para lograrlo tiene que cambiarse
a mediante la corrección de errores y el trabajo
personal ilimitado. Solamente en la medida en que
consiga esto, podrá amarse a sí y dicho amor será
de una importancia y trascendencia tal que bajo
ninguna circunstancia puede sustituirse por amar a
otro. Se insiste en que pensar las cosas desde esta
perspectiva y pretender ejecutarlas corresponde al
modelo de self-made-man propuesto por Papalini,
circunscribiendo el discurso y práctica amorosa a
una situación meramente mercantilista.
Por otro lado, se tiene que el amor
positivizado en forma de sexo responde de igual
manera a las demandas del mercado. Sin embargo,
la principal característica de este supuesto tipo
amor es que concibe al fenómeno amoroso como
un sufrimiento que hay que eludir por medio de
la sexualidad. La sexualidad, en ese contexto,
también quedará supeditada a las exigencias del
mercado. Sin embargo, el rasgo fundamental de
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El amor En tiEmpos dE pandEmia -
daniEl alEjandro GonzalEz loranca
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Modernidad tardía. Herder editorial,
Papalini, V. (2015). Garantías de felicidad. Adriana
Hidalgo Editora.
esta positivización del amor consiste en que hace
creer al sujeto que esa posición lo liberará de todo
sufrimiento.
En lo concerniente al adulterio, se encontró
que este funge como una práctica que articula la
supuesta relación entre sexo y libertad, haciéndolas
jugar bajo la ilusión del amor pasión. En
consecuencia, lo que se pone en juego es, más bien,
la positivización del amor ahora fundamentada
en que en el sexo adúltero se consigue una
doble liberación: Se libera del otro y se libera del
sufrimiento.
Para hacer contrapeso a estas propuestas,
se propone no perder de vista la estrecha relación
que hay entre el amor y la muerte. Solamente
sosteniendo esa premisa y llevándola a cabo se
puede superar tanto la lógica biopolítica, como la
psicopolítica y la inmunitaria. Asumir la posición
de la renuncia de sí, imposibilita la pretensión del
resguardo de y del alejamiento del otro, puesto
que si renunciar a mismo implica morir, estas
lógicas no pueden operar.
Ahora bien, del mismo modo en que se
enfatiza la muerte de como posible salida, debe
resaltarse, igualmente, el carácter violento del
amor; en la medida en que se asuma que el amor
viene acompañado de dolor o sufrimiento, que es
algo que se padece, y que es sumamente violento;
la relación con el otro podrá restablecerse debido
a que lo que asegura la restitución del sujeto tras la
violenta muerte de sí, es precisamente la presencia
del otro.
Por último, es necesario señalar que debido a
la naturaleza del presente trabajo no se realizó un
abordaje que pueda dar cuenta de cuáles serían las
posibles consecuencias de seguir sosteniendo esas
lógicas, por lo que se sugiere dedicar un trabajo
concerniente a este respecto en un futuro no muy
lejano.
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universciencia - año 20 - núm. 60 - 2022 - issn 1665-6830
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