
universciencia - año 20 - núm. 61 - 2022 - issn 1665-6830
INTRODUCCIÓN
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A lo largo de la vida, los seres humanos se ven
inmersos en situaciones o lugares que generan un
aprendizaje. En México, uno de los principales
portadores de este conocimiento son las
instituciones educativas, cuya labor es desarrollar
habilidades y colaborar en la formación de quienes
acuden a ellas para alcanzar su máximo potencial,
sin importar la condición física o intelectual de cada
integrante. Es en este escenario donde se introduce
el término de inclusión educativa, el cual, según
Plancarte-Cansino (2017), está relacionada con los
valores comunitarios y enfoca su atención en los
estudiantes, sin distinción.
Con lo anterior, se presume que la educación
es un derecho que todos los individuos tienen y
para poder anular la discriminación es necesaria
la atención a la diversidad; es decir, a todos los
alumnos, independientemente de sus características
particulares. Esto orilla a que las instituciones
y los docentes modiquen sus planeaciones o
metodologías de enseñanza para fomentar no solo
el respeto y la integración, sino también la inclusión.
Si bien, la inclusión es un concepto recurrente
en el discurso de aquellos que forman parte del
sistema educativo, dentro del estado de Puebla, aún
hace falta que cada municipio tenga conocimiento
de las principales dicultades por las que atraviesan
sus alumnos. Esto permite establecer lineamientos
que permitan afrontarlas, pues, como arman
Ramón-Santiago y Aquino-Zúñiga (2015) en los
resultados de su investigación:
Es necesario establecer líneas de generación
y aplicación del conocimiento en el campo de
las Necesidades Educativas Especiales, a n
de que, a partir de las condiciones especícas
de los diferentes niveles educativos, se
busquen alternativas o estrategias que
contribuyan a la inclusión de alumnos
con NEE en los diferentes subsistemas de
educación en México. (p. 48)
La atención a las Necesidades Educativas
Especiales (NEE) (hoy conocidas como Barreras
para el Aprendizaje y la Participación [BAP]) en los
planteles educativos es un tema importante, ya que
permiten de manera amplia la inclusión, pero esto
no sucede en su totalidad, pues bien las escuelas
no están preparadas para romper estas BAP y así
brindar una educación inclusiva y de calidad, pues
para lograrlo se requiere de docentes capacitados
para elaborar adecuaciones curriculares en
espacios escolares para todos los estudiantes que
lo requieran; es decir, se busca que los docentes
puedan hacer un vínculo entre teoría y práctica,
además de tener la capacidad de gestionar, liderar,
observar e investigar sobre problemáticas reales a
n de encontrar solución (Castillo-Escareño, 2016).
Empero, no menos relevante es la participación de
las madres de familia y directivos de la institución
educativa.
La preparación de los actores dentro de este
proceso inclusivo repercute de manera signicativa
en el aprendizaje, por ello, se pretende favorecer a la
población estudiantil brindándoles una educación
de calidad y previniendo la deserción de estudiantes
con NEE, ya que uno de cada cuatro niños y niñas
entre los seis y once años con alguna discapacidad
no asisten a la escuela (UNICEF, 2017).
Cabe destacar que, pese a las dicultades
que el contexto de educación básica ya presentaba
en terreno de la inclusión, en estos meses se ha
agregado un obstáculo más, pues la situación de
connamiento ocasionado por la contingencia
sanitaria por COVID-19 ha obligado a las
instituciones a recurrir a una modalidad online,
para seguir impartiendo clases y cumplir con los
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Artículo original y derivado del proyecto de investigación titulado
“Narrativas de los actores del proceso de enseñanza-aprendizaje en
el proceso de inclusión educativa durante la aplicación del modelo
híbrido (post pandemia) de educación en la escuela primaria”.
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