xxi: las causas
México del siglo
Resumen
En 1992, en Ciudad Universitaria (UNAM, Ciudad de México), se llevó a cabo el Coloquio de Invierno, evento en el que se discute el rumbo que, a partir de 1982, han tomado el mundo y México: la modernización económica y política bajo el paradigma del modelo Neoliberal, así como el futuro de la democracia y la globalización. En dicho encuentro, los críticos del neoliberalismo ganan el debate intelectual a los defensores del nuevo rumbo, sin embargo, el triunfo se ve opacado por la confrontación entre Octavio Paz y Aguilar Camín. A 26 años de distancia, tal triunfo es insignificante porque en los hechos la propuesta que se ha instrumentado es la neoliberal y sus resultados son visibles en todo el territorio nacional, y los críticos del modelo parecieran haber desaparecido de la faz de la tierra. Buscando una explicación a nuestra situación actual, el presente texto destaca algunos de los elementos que servirían para hacerlo, las que en su conjunto Paz llamaría rasgos de la mexicanidad y que Fuentes identificó como defectos de la sociedad.
Palabras clave:
Neoliberalismo, Modernización, Crisis, Democracia, Globalización.
1 Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Profesor-Investigador Tiempo Completo, jcb6705@hotmail.com
Juan Calvillo
Barrios1
universciencia
FRACASO
DE NUESTRO
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Abstract
In 1992, at Ciudad Universitaria (UNAM, Mexico City), the winter Colloquium was held, an event in where is discussed the course since 1982, of world and Mexico have taken: the economic and political modernization is discussed under the paradigm of the neoliberal model, as well as the future of democracy and globalization. In this meeting, the critics of neoliberalism won the intellectual debate against defenders of the new course, however, the triumph is overshadowed by the confrontation between Octavio Paz and Aguilar Camín. 26 years away, such triumph seems insignificant because in fact the proposal which has been implemented is the neoliberal and its results are visible throughout the national territory, and the critics of the model seem to have disappeared from the face of the earth. Looking for an explanation to our current situation, the present text highlights some of the elements that would work to do it, which Paz would call features of “mexicanidad” and that Fuentes identified as defects of society.
Keywords:
Neoliberalism, Modernization, Crisis, Democracy, Globalization.
Fecha de recepción:
16-noviembre-2017
Fecha de aceptación:
8-enero-2018
Introducción
Hace algunos años, 26 para ser exactos, durante la conferencia inaugural del Coloquio de Invierno de 1992, Magno encuentro académico e intelectual, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) y la revista Nexos, representadas por Sarukhán, Flores Olea y Aguilar
Camín respectivamente; evento organizado para hablar sobre la situación mundial y la democracia, Carlos Fuentes preguntaba, ¿cuánto más podría resistir la democracia a tanta injusticia social? Inquietud que permearía la discusión durante las dos semanas siguientes, de un evento que provocó, además, una de las polémicas más importantes entre intelectuales en México de las últimas décadas, ya que generó la confrontación entre Octavio Paz y la revista Vuelta en contra de Nexos y Aguilar Camín.
No interesa, en este momento, señalar los fundamentos, reales o imaginarios, que justifiquen o descalifiquen la postura de Paz, pues ya se escribió bastante sobre eso. Me interesa más discutir qué ha pasado con México en esos 26 años transcurridos desde la realización de dicho evento, que colocó a la UNAM, y a Octavio Paz, en el centro de la polémica.
La presencia de personalidades de la talla de Carlos Fuentes, Luis Villoro, Adolfo Sánchez Vázquez, Rolando Cordera, Héctor Aguilar Camín, Víctor Flores Olea, Hobsbawn, Fernando Savater, Samin Amir, Pablo González Casanova, Gabriel García Márquez, Adolfo Gilly, Perry Anderson, Fernando del Paso, Horacio Flores de la Peña, Carlos Mosivais, Julieta Campos, David Ibarra, Rodolfo Stavenhagen, Friedrich Katz, Jean Meyer, Ruy Pérez Tamayo, Olac Fuentes, Gilberto Guevara Niebla, Pablo Latapí, Salvador Malo, Jorge Castañeda, Alain Touraine, Federico Reyes Heroles, entre otros, aseguraba un debate de alto nivel entre dos posturas antagónicas, los institucionalistas y los no institucionalistas, los defensores y los críticos, del rumbo que había tomado el país, y el mundo, desde inicios de los ochenta, la modernización económica y política sustentada en el neoliberalismo; sin embargo, el debate y triunfo intelectual de la postura crítica fue eclipsada por la polémica generada por Octavio Paz, la difusión del texto “la conjura de los letrados” y la respuesta al mismo dan buena cuenta de ello.
Con el mismo espíritu crítico, Pablo Latapí pintaba, en su intervención, un futuro indeseable, el del México Neoliberal y moderno en 50 años y señalaba: no es profecía, es una advertencia,
pues sólo después de 30 años de sacrificios, de los trabajadores principalmente, lográbamos hacernos un país moderno, un país vinculado a la economía global, un país eficiente, ordenado, desarrollado, pero que perdió en la transición la misericordia, la piedad, el respeto a los ancianos, la familia amplia, en que los nietos escuchaban las historias de los abuelos, pues todas ellas eran cosas ineficientes.
1. Desarrollo del tema
Hemos pasado la mitad del camino y, el futuro planteado por Latapí no se ve cerca ni posible a pesar de haber pagado los costos, 36 años de sacrificios, de los mismos sacrificados de siempre, que hoy viven con menos de todo, salarios, empleos, prestaciones laborales, hijos por familia, contacto familiar, respeto a los mayores, respeto a los indígenas, bienes y a los que se les exige más, escolaridad, horas de trabajo, capacitación, competitividad y que pagan más por todo.
El reflejo del fracaso en el rumbo tomado, por imposición o convicción, se manifiesta a la mitad del camino: 125 millones de habitantes en 2018 de los cuales alrededor de 70 millones son pobres según estimaciones de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), de los que Coneval (Consejo Nacional de Evaluaciones de la política de Desarrollo social) sólo reconoce 50 millones. Esto significa que, según Sedesol, 1 de cada 1.8 habitantes es pobre, o lo que es igual, 10 de cada 18 habitantes, de los que Coneval sólo reconoce a 2 terceras partes, los cuales concentran en estados como Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Puebla, a los sólo visitamos para aprovechar su riqueza.
Todo ello es consecuencia de que, como las estadísticas oficiales reflejan, el crecimiento económico del país, medido por medio del PIB, es de sólo 2.2 por ciento promedio anual en los últimos 36 años, frente a un crecimiento poblacional promedio de 1.9, lo que se traduce en un crecimiento neto de 0.3 por ciento, o en un índice de desarrollo de 0.15 por ciento cuando lo deseable es que este indicador sea cuando menos de 1.00 para un país como el nuestro. Todo
ello explica los grandes problemas nacionales: bajos niveles de educación, de vida, de bienestar, y altos niveles de pobreza, de violencia, de migración.
Esto tal vez de sentido a la frase que Carlos Fuentes lanzó en el Coloquio: “la sociedad tiene tantos defectos que es imposible pensar en un proyecto distinto”, y tal vez tenga razón en un sentido general, pero no en uno particular, pues además de que no debemos generalizar, podemos recordar que los defectos se quitan con una buena educación, no olvidemos que la cultura, y la cultura política, que determinan las conductas, sociales y políticas, son determinadas por ideologías inculcadas desde la infancia, no necesariamente propias de un grupo social pero probablemente sí, pues como señalan Almond y Verba (1963) las personas reciben socializaciones desde tempranas edades y es este proceso de socialización el que determina sus conductas, sentimientos y actitudes.
Sin embargo, estas deficiencias a las que alude Fuentes, sí se reflejaron durante el Coloquio, y podemos identificarlas en al menos dos grandes vertientes, una la que Ordorica describe en su texto sobre el coloquio, donde deja en evidencia la manera en que los organizadores, o al menos los cuerpos de seguridad y encargados de la logística, se plegaron al poder político al privilegiar el ingreso de la burocracia federal a la Conferencia inaugural en detrimento de la comunidad universitaria, alumnos y maestros, los cuales no se dejaron y exigieron, logrando se respete su presencia en un evento realizado en su casa, en su universidad, así sea como señala Paz, financiada con recursos públicos, o privados según la versión del personal de Nexos, pero que también deja en evidencia que no todos se comportan del mismo modo. La segunda vertiente se manifestó en los participantes que públicamente asumieron la defensa del nuevo rumbo, Aguilar Camín, Carlos Bazdrech, Javier Beristaín, Olac Fuentes, entre otros que lo hicieron de forma soterrada con posturas tibias o timoratas, y que aunque perdieron el debate académico, ganaron la batalla política pues finalmente estuvieron del lado triunfador y fueron más los beneficios que obtuvieron que los costos que pagaron y donde queda en duda
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la intención real que tuvo Octavio Paz, criticar al coloquio o sembrar bombas de humo para diluir los efectos de una derrota intelectual que ya se preveía de los defensores del nuevo modelo.
Lo cierto es, a 36 años de distancia, que un modelo a todas luces dañino para la sociedad, y para México, fue implementado pese a sus grandes limitaciones y escasos argumentos, y hoy en día, la gran denuncia de Fuentes es más real que en 1992 pues como señala Latapí: no notamos que la competitividad llevada al extremo es exclusión del otro, es la destrucción del que se nos opone y con ello perdimos la solidaridad y nuestras costumbres.
El afán de lucro, como nuevo motor de convivencia social, arrasó con las viejas formas que definían nuestra cultura y así entramos a la civilización moderna, la que está sometida a la riqueza material como valor supremo, quedando sin proyecto de nación, pues el viejo fue abandonado y hasta hoy no hemos podido levantar uno nuevo, demanda principal de algunos grupos opositores que exigen un nuevo proyecto de nación frente a una conducta masiva que algunos definen como sustentada en la teoría de la elección racional, de la cual, uno de sus mejores exponentes es Anthony Downs, quien señala que la conducta, social y política, es resultado de un cálculo racional de costos-ganancias ejecutado por un sujeto egoísta, y que en México puede explicar muchos de nuestros problemas.
Hay gran cantidad de cosas que pueden explicar tanto lo que pasó en esos días como lo que hoy vivimos y que no podemos cambiar, en primer lugar, la conducta negativa vista en el coloquio hoy es tan normal que quien no se comporta bajo estos parámetros esta fuera de lugar. Los arribistas, zalameros, aduladores, como los que se postraron ante la burocracia hoy en día son los triunfadores, da igual si son egresados de escuelas privadas o públicas. Y lo mismo pasa con la academia o la intelectualidad tras 36 años del triunfo de los segundos, pese a sus limitaciones o escasos
argumentos, el cobro de facturas y los costos pagados ha provocado que la mayoría se alinee frente a los primeros, a las evaluaciones a las que hoy en día están sujetos, y a los premios y castigos, económicos principal, pero no exclusivamente, que conllevan el mismo fin.
Como señala Pérez Rocha (2012) “el proyecto educativo que los gobiernos del PAN han implantado en los años recientes… tiene una perspectiva meramente gerencial: implantar una eficiente administración de los “recursos humanos” del sistema educativo” y para ello, “ponen en el centro del problema educativo la imposición de un sistema de estímulos monetarios... basados en los resultados de exámenes estandarizados”, idéntico al que promueven “en Estados Unidos tanto el Partido Republicano... como el Partido Demócrata y es promovido en muchas partes del mundo por organismos internacionales como la OCDE” y que explica el deterioro de la educación en muchos países.
Una variante del modelo de estímulos es el expuesto por Diane Ravitch, investigadora de la Universidad de Nueva York, en su libro: La muerte y la vida del gran sistema escolar estadunidense. Cómo los exámenes y la elección están destruyendo la educación donde refiere al sistema de bonos públicos que se ofrecen a las familias para que elijan la escuela de su preferencia. Dice Pérez Rocha que estas políticas se continúan aplicando porque coinciden con la ideología de los intereses dominantes y la correlación de fuerzas beneficia a quienes las impulsan y no a quienes denuncian sus efectos perniciosos.
Otra variante del modelo de estímulos es el de las publicaciones académicas, donde ya no importa qué se va a publicar sino donde, cuando y cuantas veces pues los académicos, como señala Opazo (2016), “están cada vez más presionados por la necesidad de mostrar resultados, lo que se acredita a través de la publicación en codiciadas revistas” pues de ella depende que haya dinero
para realizar nuevas investigaciones a través de fondos concursables, entonces, la publicación les da curriculum para conseguir nuevos fondos, pero ahora ya no se trata sólo de publicar, sino de hacerlo en las revistas con más alto impacto. Las mismas universidades tampoco escapan de esta presión, ya que sus posiciones en los rankings internacionales pasan en buena parte por la cantidad de publicaciones en revistas de alto impacto.
Aunque los costos también han sido altos, pues ha provocado la emergencia de prácticas controvertidas o cuestionables, como el hecho de subdividir una investigación hasta la mínima unidad que sea publicable para aumentar el número de artículos generados, colocar como coautor de un texto, articulo, capítulo de libro o ponencia a un colega amigo para que luego él haga lo mismo, construir pactos mafiosos para publicar textos o evaluar investigadores, o entre editoriales y organismos evaluadores, publicar una misma investigación con leves diferencias, o presentarlas en distintos idiomas. De esta forma, la necesidad de una elevada producción académica ocasiona la existencia de editoriales y organismos evaluadores fuertes ante los investigadores, lo que en conjunto provoca el declive de lo académico para la prevalencia de lo económico.
Esta dinámica también impacta en eventos como el que inicia el texto, los coloquios, talleres o congresos, nacionales e internacionales, que han dejado de ser espacios para la reflexión seria y profunda para convertirse en fábricas de constancias o diplomas de presentación de textos, muchas veces poco elaborados, que hacen a la mayoría intrascendentes, porque muchos ponentes comunican ideas poco interesantes sin dejar de lado el hecho de que se han convertido en espacios de reproducción de las ideologías dominantes que tienen intereses ajenos a la ciencia. Al mismo tiempo, para estar a tono con las tendencias dominantes, las instituciones educativas, principalmente de educación superior, con la excusa de ser bien
evaluadas por los empleadores externos de los egresados, pero principalmente para abrir opciones a sus profesores, pervierten o abandonan el fin de su existencia, que es orientar, evaluar, dirigir, criticar o fortalecer el desempeño y capacidades de los mismos, con la aceptación tácita de sus integrantes, para convertirse en reproductoras de sus intereses, lo que se refleja en el hecho de que los convenios de intercambio no son para llevar investigadores y docentes universitarios a capacitarlos o evaluarlos sino al revés, se les abren los recintos y espacios universitarios para que lleguen a ideologizar a los estudiantes bajo las directrices de su comportamiento, que no es otro que llevar las capacidades a la baja y las conductas al alza como criterios de inserción, permanencia y promoción en las instituciones empleadoras, publicas y privadas.
Todo ello explica el momento que vivimos, que cuestiona todo su aparato o constructo ideológico pero que por la baja en la calidad académica y cognitiva no podemos notar, mucho menos cuestionar o combatir, como los excesos de las clases gobernantes y su violación arbitraria y permanente del marco jurídico para impulsar su permanencia en el poder como lo dejan en evidencia las recientes alianzas electorales, bajo el esquema de coaliciones o candidaturas comunes, que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ha evidenciado para los casos de Morelos y Jalisco.
Así los casos de los organismos
“autónomos”, como el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), el Instituto Nacional Electoral (INE), o el Instituto Nacional De Evaluación de la Educación (INEE), donde se ventilan relaciones cuestionables entre personas que, si respetaran la ley, deberían renunciar por evidentes conflictos de interés, como los casos de consejeros electorales poblanos y los representantes partidistas, que han sido
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evidenciados recientemente (e-consulta, 2018), o de integrantes de los mismos institutos que hoy los abandonan por decisión propia para buscar cargos de elección popular a nombre de partidos políticos, los cuales no se distinguen por abanderar ciudadanos, sino antes bien, por dificultar su acceso a la política como el caso de las candidaturas independientes como se ha dejado ver en este mismo proceso electoral 2018 (Camacho, 2018; Fernández, 2018).
Otros ejemplos de esta pérdida de calidad ciudadana, o defectos que impiden pensar en un proyecto distinto, quedan en evidencia cuando notamos otros abusos que pasan, y continúan, por la apatía y desinterés ciudadano, como son los llamados proyectos de muerte, que se siguen autorizando sin pedir la opinión, o sin respetarla, de las comunidades directamente afectadas en diferentes espacios de la geografía nacional, o las alianzas nefastas entre el estado con grupos delincuenciales como asaltantes, secuestradores, narcotraficantes, huachicoleros, que todos conocemos, pero nadie hace nada por parar. O los casos de bullying, acoso escolar, feminicidios, homicidios, desapariciones, secuestros, y un largo etcétera que da sentido al sentimiento de vergüenza nacional por las explicaciones simplonas que se hacen de ellas achacando, casi siempre, la culpa a la familia y sus disfunciones, como si todo lo demás fuera perfecto.
En este recuento no podemos dejar de mencionar los fraudes carreteros, donde el caso del paso exprés es inolvidable, y ejemplo de nuestra elevada tolerancia a la corrupción, pues en otro país, un caso semejante habría generado una crisis política de consecuencias graves, sin que éste sea el único pues ellos también se reproducen en la escala nacional, donde destacan los nombres de empresas como Pinfra y OHL, altamente sancionadas en el plano internacional, pero que en el nuestro siguen siendo constructoras favorecidas con el desarrollo de obras.
Las casas blancas, los departamentos, el enriquecimiento inexplicable, la impunidad, los premios con cargos públicos como premio a la lealtad, o al contubernio, siguen siendo la tónica. Sin olvidar los apoyos, con cargos a terceros, a empresas automotrices como Audi, mineras, hidroeléctricas, que son una bomba de tiempo que, a futuro, como dice Latapi, nos pasaran factura y que no podremos pagar poniendo en riesgo a las generaciones futuras pues implican no solo una devastación económica sino también ecológica.
Todo esto en conjunto, ejemplificado con los sexenios de Calderón y Peña, el exterminio masivo que hemos vivido, y seguiremos viviendo, me recuerdan la sentencia de Arendt: habrían muerto considerablemente menos judíos en la guerra si no fuera por la pusilanimidad de los encargados de las asociaciones judías que, para salvar su propia piel, entregaron a los nazis inventarios de sus congregaciones y colaboraron de esta forma en la deportación masiva. Porque lo más monstruoso del holocausto, el exterminio, estuvo a cargo de tipos ordinarios. Esto sólo puede pasar cuando un tipo normal, con un desarrollado sentido el orden, deja de pensar por sí mismo y asume una ideología que no entiende y la pone en práctica dejando de evaluar el sentido moral de sus acciones, nada le da pena y los demás no pueden hacer nada para impedirlo.
La voz de alarma, para Estados Unidos, ya la dio Philip Roth al señalar: “Trump es, la catástrofe más humillante de Estados Unidos… es un gran farsante… que no tiene más que la vacía ideología de un megalómano” (La jornada, 2018), y la que Stern complementó al señalar que “es el mejor ejemplo de la idiotización del país y es espantoso el papel del dinero… es un tipo completamente amoral, que fanfarronea con dinero e ignorancia” (La jornada de oriente, 2016).
Conclusión
La explicación de porqué estamos como estamos ya está dada, falta que cada quien haga lo que tiene que hacer para que no sigan las cosas como están. Entre ellas está, en primer lugar, quitarles importancia a las redes sociales, pues en ellas, igual que en los congresos, se polemiza con cosas triviales, insulsas. Los medios tradicionales de comunicación ni siquiera son dignos de mencionar. También, debemos estudiar lo que nos exigen, pero no quedarnos con ello, debemos estudiar lo que necesitamos, pues solo accediendo al verdadero conocimiento podemos escapar de la burbuja en que nos han metido.
Ello implica también cambiar nuestras actitudes, rescatar la personalidad, tener valores, como decía un viejo sabio, mostrar indignación ante los abusos, los excesos, los atropellos porque siguiendo a Zaid, de nada sirve que sea uno culto sino como se actúa, después de leer. Si la existencia de los otros tiene algo que decirnos. En este sentido, ya son muchas las veces en que la fuerza de la razón pierde ante la razón de la fuerza, Atenco, Ayotzinapa, Chalchihuapan, son claros ejemplos de un estado que se aleja de las formalidades democráticas y desnuda el talante autoritario del estado mexicano.
Esta es una posible respuesta a la pregunta de Carlos Fuentes, ¿Cuanto más puede resistir la democracia tanta injusticia social? La injusticia social, en palabras de Bobbio, niega la existencia de la democracia porque niega también la vigencia de los derechos humanos, y sin derechos humanos no puede haber democracia, por lo tanto, la injusticia social destruye la democracia. En este sentido, la evolución social y económica de México en los últimos 36 años no es, no puede ser compatible con la democracia, por más que muchos intelectuales, bastante cercanos a lo que Gramsci definió como intelectuales orgánicos, sigan investigando y escribiendo sobre democracia.
Debemos darnos cuenta que hasta ahora no hemos actuado de la manera adecuada, por más que nos esforcemos en negarlo, y debemos poder hacerlo, hasta sus últimas consecuencias, los costos de no hacerlo serán mayores que por hacerlo, debemos darnos cuenta de eso y actuar en consecuencia.
No podemos heredar a nuestros hijos, a las generaciones futuras, un mundo sin esperanzas, un mundo sin árboles, un mundo de egoístas, un mundo de corruptos. Hemos visto cómo llegamos a donde estamos hoy, el reto es saber si vamos a hacer lo que se necesita para salir de esta situación y darle viabilidad a nuestro mundo, la respuesta está en cada uno de nosotros.
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