Hábitos lectores y la
comprensión en los
estudiantes de la
carrera de Administración
de empresas, de una
institución de educación
educación superior
Resumen
Diversos autores han planteado que, para una formación completa en el nivel superior, se requiere un fortalecimiento del hábito lector, ya que los conocimientos previos proporcionan una cultura para la interpretación, además de un alto nivel de vocabulario y capacidad crítica en su proceso educativo. Un estudio realizado por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) demostró que los estudiantes universitarios no dedican las 13 horas mínimas de lectura a la semana. De este modo, la compresión lectora no se desarrolla en todos sus niveles que les permitan establecer juicios críticos acerca de lo leído y emitir sus opiniones. Además, resaltar la necesidad básica en la formación académica en la universidad es la complementación entre lectura y escritura, como parte del proceso formativo.
Para desarrollar esta investigación, se realizó un estudio cuantitativo de diseño no experimental y trasversal de manera descriptiva, además de cuantitativo, porque se emplearon métodos de recolección de datos (numéricos), con el propósito de conocer los niveles de la competencia en
1 Instituto Angelopolitano de Estudios Universitarios, incorporado a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor-Investigador,
mary_tecna@hotmail.com
Daniel
Martínez Huerta1
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comprensión lectora y los hábitos de lectura; descriptivo porque se detallan claramente los aspectos y datos obtenidos en la recolección; transversal porque se recopilaron los datos en un momento único.
Se realizó un diagnóstico para evaluar el nivel de comprensión lectora e identificar los hábitos lectores de los estudiantes de una carrera en particular, para identificar los tiempos y lugares de lectura, tipos de textos que leen, así como identificar el nivel en la comprensión lectora que permite al alumno la inclusión en los círculos universitarios, mejorar su sociabilización, y su desempeño personal y profesional. Los resultados obtenidos presentan la necesidad de continuar con la consolidación del hábito de lectura involucrando a todos los partícipes durante el proceso académico, y durante la carrera profesional dentro y fuera de las instituciones.
Palabras clave:
Hábitos, lectura, comprensión lectora.
Abstract
Several authors have suggested that, for a complete training on the higher education level, a strengthening of reading habits is required because prior knowledge provide a culture for interpretation, as well as a high level of vocabulary and critical skills in the educational process. A study conducted by ANUIES showed that university students do not spend the minimum 13 hours of reading per week. In this way, reading comprehension does not develop at all levels that allow them to establish critical judgments about what they read and express their opinions. In addition, highlighting the basic need in academic training at the university is the complementation between reading and writing, as part of the training process.
To develop this research, a quantitative study of non-experimental and transversal design was carried out descriptively. Quantitative, because data collection methods were used (numerical), with the purpose of knowing
the levels of competence in reading comprehension and reading habits. Descriptive, because the aspects and data obtained in the collection are clearly detailed. Transversal, because the data was collected in a specific moment.
A diagnosis was made to assess the level of reading comprehension and identify the reading habits of students in a particular career, to identify reading times and places, types of texts they read, as well as to identify the level of reading comprehension that allows students to be included in university circles, improve their socialization, and their personal and professional performance. The obtained results present the need to continue with the consolidation of the reading habit involving all the participants during the academic process, and during the professional career inside and outside the institutions.
Keywords:
Habits, reading, reading comprehension.
Fecha de recepción:
24-marzo-2018
Fecha de aceptación:
01-julio-2018
Introducción
“Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él”
Nicolás de Avellaneda
El saber leer se tiene desde hace mucho tiempo como uno de los factores esenciales para la formación completa de la persona, y actualmente cada día se da más; por supuesto, el progreso socioeconómico de un país depende en gran proporción del grado en que sus habitantes puedan adquirir los imprescindibles conocimientos
que suministra la palabra escrita. Eliminar la barrera del analfabetismo, introducir el hábito de la lectura y procurar que haya suficiente abundancia de libros, son finalidades correlativas entre sí y muy afines a lo más medular de los planes de la UNESCO (1975).
Bamberger, en el libro La Promoción de la Lectura, editado por la UNESCO, nos plantea que un examen de lo que varían, de una nación a otra, los hábitos del leer demuestran que es de la mayor importancia el puesto que ocupan los libros en la escala de valores con que juzgan las cosas los responsables de que se promueva o no la lectura. Toda autoridad, estatal, local o escolar, y todo maestro, padre o pedagogo, tienen que estar seriamente convencidos de lo importante que son la lectura y los libros, para la vida cultural del individuo y de la sociedad entera, si es que quieren contribuir, con su esfuerzo, a mejorar la situación. Esta convicción deberá transmitirse a quienes aprenden a leer, comunicándosela de un modo apropiado a su fase de desarrollo.
“El privilegio de la lectura les estuvo reservado a muy pocos en la Antigüedad, antes de la invención de la imprenta, y aun después de la Edad del Humanismo nada más le era accesible a una élite cultivada. Solo en décadas recientes, cuando el desarrollo tecnológico y económico requirió sin cesar la colaboración intelectual de la mayoría de la gente, se planteó la cuestión de cómo el derecho a leer podría hacerse una realidad efectiva para todos. La investigación lectural o sobre las cuestiones tocantes a la lectura, que constituye una de las ramas más jóvenes de la ciencia, viene aclarando con nueva luz lo que significa el leer, no sólo para las necesidades de la sociedad, sino también para las del individuo. El derecho a leer quiere decir también derecho a desarrollar cada uno sus propias capacidades intelectuales y espirituales en general, derecho a aprender y a hacer progresos” (Bamberger, 1975, p. 13).
“Posteriormente, F. Smith, que realizó diversas investigaciones sobre la lectura, llegó a la conclusión de que aportan más a ésta el conjunto de conocimientos que tienen los individuos en su cerebro que el texto en sí; al respecto explica que “la lectura no sólo es
una actividad visual, tampoco una simple cuestión de decodificar el sonido. Son esenciales dos fuentes de información para la lectura, la información visual y la información no visual. Aun cuando puede haber un intercambio entre estos dos, hay un límite para la cantidad de información visual que puede manejar el cerebro para darle sentido a lo impreso. Por lo tanto, el uso de la información no visual es crucial en la lectura y en su aprendizaje” (Smith, 1983, p. 22).
La lectura no solo es la decodificación de la simbología que se percibe a través de la vista, va más allá: es la interacción que se genera entre el lector con el texto y el autor de este, permite al lector la construcción del conocimiento. Descifrar el mensaje que nos da el autor entre las líneas del texto a leer, además de comprenderlo y poder realizar un análisis crítico de este.
La importancia del acto de leer, radica en que este nos permite no solo a la adquisición de conocimiento, sino a la socialización. El ser humano es sociable por naturaleza, comunicarse a través del lenguaje oral y escrito es necesario. Leer es un proceso en el que interactúan el texto y el lector, en el que tienen la misma importancia tanto los procesos lingüísticos como los culturales. Cuando se habla de experiencias previas nos referimos a los conocimientos anteriores de las personas; o sea, las estructuras de conocimiento previas (Smith, 1983). Estos esquemas se aprenden en la interacción cotidiana de las personas con su medio; de este modo, se forman aprendizajes que le indican al individuo de qué forma se organiza la realidad que le rodea. Este mismo conocimiento se
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aplica a la lectura, puesto que las personas utilizarán sus experiencias previas en la sociedad y en su propia individualidad para darle un sentido particular a lo escrito.
El lector es un sujeto activo que casi siempre buscará significado, únicamente en casos muy específicos y casi automáticos no lo hará; por ejemplo, al leer un número telefónico o un número de serie (Solé, 2000). En otros casos, la persona buscará comprender el texto. Los individuos buscarán en sus esquemas de conocimiento, realizarán inferencias, predicciones y seleccionarán la información importante (lo cual depende de la estructura del texto); y no sólo se centrarán en palabras y oraciones aisladas (Goodman, 1987).
El proceso de lectura se inicia cuando las personas realizan inferencias acerca de lo que van a leer. La persona comienza a tener perspectivas sobre el texto, tales como el tema, la organización, si se ajusta a lo que ya conoce o no, etcétera. Estas expectativas surgen porque los individuos tienen conocimientos previos acerca de lo que van a leer, pero también cuentan con una cultura que les proporciona una cierta interpretación.
Es un proceso en donde la propuesta de desarrollo del binomio de habilidades leer-escribir, que se puede entender como leer-pensar-escribir. Es en realidad un eje en la formación de estudiantes universitarios, siendo responsabilidad de la IES capacitar al docente para que sea capaz de enseñar a leer y escribir en la universidad, ya que las exigencias de este nivel son muy diferentes a las del grado anterior. El alumno debe ser capaz de leer textos académicos y de escribir textos que sean leídos en la comunidad académica, del contexto en el que se desarrolla, esta práctica solo será posible con la participación activa de los docentes de cada área, y de todas las áreas, y llevar semestre a semestre una guía de lectura y producción de textos, para este crecimiento. La redacción de textos permite estructurar el pensamiento.
Es la escritura, la herramienta que transforma el conocimiento en saber. Un elemento clave en esta problemática son los hábitos de
lectura: la lectura es un hábito, y como tal, es necesario formarlo. Dicen los expertos en la materia que un mal hábito puede ser substituido por un buen hábito. Es necesario fomentar nuestro hábito por la lectura en todas las disciplinas. El poseer unos buenos hábitos de lectura ayudará a formar personas con un alto nivel de vocabulario y capacidad crítica, esto les ayudará en su proceso educativo.
Hay factores de orden histórico, económico, familiar y de contexto, que marcan de modo diferencial el acceso de los sujetos a la lectura, a la escritura, a los libros y demás productos culturales. Por ejemplo, en nuestro contexto son diferentes las condiciones de acceso a la lectura en el sector rural que en las grandes ciudades. Incluso, dentro de estas, hay grandes diferencias de acceso al mundo letrado para los ciudadanos. Además de la heterogeneidad en las condiciones de acceso al mundo letrado, el desarrollo del gusto y el hábito de la lectura están ligados a las condiciones de familia; por ejemplo, a nivel educativo de los padres y miembros cercanos de la familia, y se relaciona con las características culturales del micro grupo social al que se pertenece. Desde este enfoque, es claro que la formación del hábito y del gusto de los ciudadanos por la lectura depende de la cultura escrita dominante en el contexto en que se vive.
En México, para Gutiérrez y Montes de Oca (2004), en el contexto de la educación superior mexicana, la problemática lectora se hace presente también en una gran mayoría de los estudiantes universitarios, así lo establece un estudio de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), realizado bajo la coordinación de Adrián de Garay Sánchez, con el objetivo de conocer quiénes son y qué hacen los estudiantes en su tránsito por la educación superior a nivel licenciatura, tanto dentro como fuera del espacio universitario.
De una muestra nacional que comprendió cerca de 10 mil estudiantes de diversas instituciones de educación superior del país, esta investigación llegó a las siguientes conclusiones:
un 48.4% de los universitarios mexicanos dedica entre una y cinco horas a la semana a la lectura de textos escolares, y un 21.7% más dedica entre cinco y diez horas semanales a esta misma actividad. Dicho promedio semanal (señala la ANUIES) resulta insuficiente para leer los textos necesarios que se incluyen en el currículum universitario y que requieren de un mínimo de lectura de 13 horas a la semana. Para respaldar esta aseveración, la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha señalado que cualquier estudiante universitario estándar necesita invertir 3½ horas al día a la lectura de textos, para poder cumplir satisfactoriamente con sus tareas y responsabilidades académicas.
Otro indicador importante de este estudio revela que, para poder satisfacer sus necesidades de información y lectura, el 50.6% de los estudiantes universitarios asiste a las bibliotecas de sus escuelas o facultades, y raramente visitan otras bibliotecas fuera de su campus universitario. Estos porcentajes nos muestran claramente que la costumbre de visitar la biblioteca universitaria es una práctica poco socorrida por los universitarios hoy en día, a pesar de que un 53.5% opinó que los servicios que se proporcionan en sus bibliotecas son relativamente buenos (Gutiérrez y Montes, 2004).
Si leer es comprender, ¿qué es, entonces, comprender?, ¿cómo se evalúa esta comprensión? La evaluación deberá apuntar a buscar información sobre el grado y los tipos de comprensión. Comprensión que no debe quedarse en lo meramente superficial, literal, sino que debe, necesariamente, apuntar a la comprensión inferencial y crítica, en donde el alumno fundamenta sus puntos de vista acerca de lo leído o para identificar ideas confusas o ilógicas dentro de la estructura del texto, falta de validez, de confiabilidad de la información, establece juicios críticos acerca de lo leído, emitiendo sus opiniones o posiciones con respecto a su escala axiológica. Finalmente, debe ser capaz de formular sus propias conclusiones. Además, una necesidad básica en la formación académica en la
universidad es la complementación entre lectura y escritura, como parte del proceso formativo. Es la escritura un recurso de estimulación intelectual; pero más que un recurso, es una herramienta que sirve para comunicar y expresar ideas, conceptos, investigaciones y sus resultados. Escribir con el rigor académico que la universidad exige, incluye que el alumno reconozca la importancia de la escritura, escribir para aprender y que los docentes a la par se solidaricen participando, escribiendo para reflexionar y documentar la producción académica profesional, y aquí se incluye la investigación académica, siendo esta una de las claves para lograr alcanzar el grado académico y desarrollo profesional deseado.
También mencionar el enfoque de las campañas de lectura, si bien su publicidad en los medios masivos de comunicación y a través de ejemplos de lectores que son figuras públicas, se deben ampliar las estrategias que permitan un contacto más directo y personal, y de una manera cotidiana que permita generar un hábito, de esta forma, poco a poco se irán abatiendo los índices negativos de nuestro país, en cuanto al número de lectores y libros leídos por cada mexicano.
1. Metodología
La presente investigación se llevó a cabo en la Universidad Interamericana, A. C., cuya población total es de 319 estudiantes, divididas en 14 carreras: 11 licenciaturas y 3 ingenierías; esto en el periodo otoño 2014. La carrera de Administración y Dirección de Empresas, tiene una población total de 26 estudiantes. Las dimensiones que se midieron a través del instrumento son: los hábitos lectores y la comprensión lectora, donde el instrumento se compone de tres secciones:
1. Datos generales; se compone de 5 reactivos
2. Hábitos lectores: se compone de 18 reactivos
3. Comprensión lectora: se compone de 12 reactivos
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Se aplicó un cuestionario sobre comprensión lectora y hábitos de lectura, basado en las lecturas de Daniel Cassany (2003), Emilia Ferreiro (2013) e Isabel Solé (2008), la estructura del instrumento consta de tres partes: en la primera se recopilan datos generales entre los cuales uno de ellos nos permitirá identificar el semestre del alumno; en la segunda sección, la pregunta a contestar es: ¿qué hábitos de lectura tienen los estudiantes? A través de estos reactivos, se identificarán estos hábitos; en la tercera sección se busca medir el nivel de la compresión lectora de este grupo de alumnos, con reactivos que medirán en qué nivel se hayan, partiendo desde el nivel de comprensión literal hasta el crítico. El instrumento contiene instrucciones claras, precisas y el tiempo de trabajo es de 30 minutos. En el cuadro 1 se describe el cuadro que se utilizó para generar la parte del instrumento que corresponde a los hábitos lectores, el cual nos permitirá conocer el nivel de comprensión lectora en que están situados los alumnos:
Cuadro 1. Hábitos de lectura
Fuente: elaboración propia.
En el cuadro 2 se describe el cuadro que se utilizó para generar la parte del instrumento que nos permitirá conocer el nivel de comprensión lectora en que están situados los alumnos:
Cuadro 2. Hábitos de lectura
Fuente: elaboración propia.
2. Sujetos
Muestra no probabilística, integrada por 18 alumnos (comprende el total de los estudiantes de la carrera de Administración y Dirección de Empresas), con un promedio de edad de 18 a 23 años. Consta de 35 preguntas cerradas, las cuales corresponden a 6 variables y 20 indicadores, para los cuales se consideraron dos dimensiones para la evaluación de los hábitos lectores y la comprensión lectora. El instrumento se compone de tres secciones:
I. Datos generales
II. Hábitos lectores: se compone de 18 reactivos
III. Comprensión lectora: esta se compone de 12 reactivos
a) El nivel literal consta de 3 reactivos, donde se debe reconocer la localización e identificación de estos elementos: nombres, personajes e ideas principales.
b) El nivel inferencial consta de 5 reactivos, donde el lector ha de unir al texto su experiencia personal, y realizar conjeturas e hipótesis. Es el nivel de la comprensión inferencial.
c) El nivel crítico analógico consta de 4 reactivos, que comparan la información y extienden el conocimiento más allá de lo dado en el texto, con otra información extraída de otro texto, o tomada de la realidad o de algún otro contexto del pasado, presente o futuro. Es el nivel de la comprensión crítico analógico.
La estructura del instrumento como se describe anteriormente consideró las variables de tipo nominal, y la sección de hábitos lectores con las que se construyó este instrumento son tres: se razonó el tiempo de lectura; se buscó saber cuánto tiempo lee, qué lee y para que lee, y los reactivos correspondientes son 1, 2, 3, 15, 16, 17, 18; lugar de lectura, para saber, qué espacios o lugares utiliza o prefiere para leer, y en qué horarios lee, son las preguntas 4, 5, 6, 7, 8; y para la variable familia se preguntó ¿qué nivel de estudios tienen los padres?, ¿qué leen los padres? ¿cantidad de libros que hay en el hogar?, y los reactivos correspondientes son 9, 10, 11, 12, 13, 14.
En la sección de comprensión lectora se consideró la escala de Kabalen para esta investigación, que utiliza tres niveles en la comprensión lectora. Atendiendo a esta clasificación se diseñó el cuestionario de la siguiente manera: un nivel de lectura literal donde el alumno obtiene la información del texto, las respuestas están explícitamente en este; con reactivos que se responden a partir de la información textual, los cuales son 1, 2, 3.
Un nivel de lectura inferencial, donde se establecen relaciones más allá del contenido literal del texto, para poder suponer o inferir datos que no se dan en este; con reactivos que requieran suponer algún dato o completar la información dada en el texto. Las preguntas son 3, 4, 5, 6, 7, 8.
Un nivel de lectura crítico analógico: este nivel permite hacer comparaciones con la información y así expandir el conocimiento más
allá del texto leído. Requieren emitir y fundamentar juicios de valor acerca de lo leído. Los reactivos de este nivel son 9, 10, 11, 12.
Primero se realizó la comprobación de validez del instrumento, aplicando una prueba piloto a un grupo de 15 alumnos del Instituto Angelopolitano de Estudios Universitarios, con las mismas características en edad y licenciatura que los sujetos de investigación, quienes no mostraron confusión respecto a los reactivos.
Niveles de logro de comprensión lectora en alumnos universitarios de la carrera de Administración y Dirección de Empresas:
1. Nivel literal: el 74% de los alumnos alcanzó la categoría de avanzado.
2. Nivel inferencial: el 55% de los alumnos alcanzó la categoría de avanzado.
3. Nivel crítico-analógico: el 64% de los alumnos alcanzó la categoría de avanzado.
De acuerdo con los resultados obtenidos en el pilotaje, se procedió a la aplicación del instrumento a la sistematización de la información en una base de datos de Excel, y dependiendo de los resultados, se realizaron las recomendaciones y conclusiones necesarias.
Conclusiones
Los buenos hábitos de lectura no siempre se dan naturalmente, la mayoría de los adolescentes necesitan que se les enseñe cómo desarrollarlos. Los buenos hábitos de lectura toman tiempo para desarrollarse. Ahora, lo importante no son solo los hábitos de lectura (la adquisición de la laboriosidad y la capacidad de esfuerzo debió comenzar mucho antes, alrededor de los siete años), sino la motivación y la actitud que se tenga ante la lectura: la educación del alumno se debe orientar al hacer-pensar, para que pueda hacer suyos los valores familiares que se le han transmitido.
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La universidad carece de un instrumento de evaluación de la comprensión lectora que permita ubicar al alumno sobre qué nivel tiene. A los alumnos que se encuentran ya inscritos, se les debería aplicar el examen diseñado para identificar sus deficiencias y áreas de oportunidad en cuanto a su nivel de comprensión lectora.
Recomendaciones
A partir de la experiencia obtenida a través de esta investigación se propone:
1. La realización de talleres para profesores y alumnos, ya sea que estén incluidos en el currículo de la licencia o extracurriculares.
2. Una prueba de ubicación de comprensión lectora.
Es importante involucrar a los estudiantes de licenciatura en la lectura con una visión que vaya más allá de procesar información de los textos disciplinares, para presentar un examen o para realizar trabajos de las asignaturas, que solo consiguen lo que otros han dicho. La importancia de tener un nivel de comprensión lectora critico-analógico ayuda a la obtención de mejores resultados académicos, y por consiguiente, el desarrollo de profesionistas más y mejores capacitados.
Finalmente, se recomienda que los docentes conozcan los propios niveles en cuanto a comprensión lectora de sus alumnos, para poder saber el cómo plantear a los alumnos las nuevas formas de aprendizaje.
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