1 Universidad de Oriente Puebla. Director de Posgrado e Investigación, Profesor-Investigador, eduardo.hernandez@soyuo.mx

Resumen

En el presente texto se abordan notas introductorias al análisis sobre el poder en el pensamiento de Schopenhauer, la premisa que se sigue fue la del rescate reflexivo sobre una de sus principales obras que es El mundo como voluntad y representación, donde el papel del individuo respecto de la voluntad de vivir y su contraparte la noluntad, son abordadas para explicar al poder, aun cuando no fue declarado, si estuvo implícito en la construcción de su obra y en los elementos explicativos que la integran. La finalidad del texto busca colocar nuevamente en la mesa del debate filosófico y de los estados sobre el poder, las aportaciones de este importante filósofo, quien ha dejado un legado anacrónico sobre el mundo y su representación, así como una forma de comprender al pesimismo, pero no de ser pesimista.

Palabras clave:

Poder, voluntad de vivir, noluntad, individuo.

Abstract

In the present text introductory notes to the analysis on the power in the thought of Schopenhauer are

Prolegómenos

sobre el poder en

Schopenhauer

Eduardo Hernández

de la Rosa1

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approached, the premise that followed was that of the reflexive rescue on one of his main works that is The world as will and representation, where the role of the individual to the will to live and its counterpart notwill, are addressed to explain the power, even when it was not declared, if it was implicit in the construction of his work and in the explanatory elements that make it up. The purpose of this text seeks to place again in the philosophical debate and the states on power, the contributions of this important philosopher, who left us an anachronistic legacy about the world and its representation, as well as a means to understand pessimism, but not to be pessimistic.

Keywords:

Power, will to live, not-will, individual.

Fecha de recepción:

20-febrero-2018

Fecha de aceptación:

05-marzo-2018

Introducción

El filósofo Arthur Schopenhauer (1788-1860), a más de 150 años de distancia, sigue siendo uno de los más prominentes pensadores sobre el actuar del ser en el tiempo; así, es recuperado desde su pensamiento para auxiliarnos en la comprensión de nuestro contexto, uno caótico, inconcluso, con luchas, con incertidumbre. Así, el punto de este análisis parte sobre una realidad que está siendo, en la medida de la subjetividad del autor, sobre sí mismo, un sujeto doliente. El dolor se convierte según la vida, lo que la lleva a explorar a las religiones, y encontrar la dicotomía entre el optimismo y el pesimismo.

La obra de Schoopenhauer se ha referenciado al pesimismo (Buschendorf, 2008; Gardiner, 1963;

Hamlyn,1980; Magee, 1997), aun cuando no hace alusión sobre el pesimismo en la totalidad de sus textos. Su reflexión sobre la insatisfacción, emerge como reflexión sobre el dolor siendo esto, una de las razones por las que su pensamiento se asocia al pesimismo.

El ascesis de escape que realiza sobre este mundo, se da en la profundidad del pensamiento, donde su ejercicio se vuelve un trabajo de alcance sobre lo que podría ser el “final del ser”, especialmente por su interés en las religiones y de los clásicos como Kant, Spinoza y Platón, mientras que su obra trasciende en el pensamiento del músico Richard Wagner, del escritor León Tolstói, del filósofo Friederich Nietzsche, de los psicoanalistas Sigmund Freud y Carl Gustav Jung, dichas posiciones son muestra de la amplitud y profundidad del pensamiento de Schoopenhauer y por consiguiente de la relevancia en su estudio.

El análisis sobre el “poder” desde Schopenhauer, y lo fundamental de su pensamiento, es importante por las influencias sobre el ejercicio del poder en Nietzsche (1973, 2000); así, en lo sucesivo se muestran algunas anotaciones sobre la manifestación del poder desde las acciones donde, siguiendo a Schopenhauer, estas acciones permiten acceder al deseo de la voluntad (precisamente la voluntad y la indagación sobre el poder, dos constructos que serán tratados aquí para abonar a las reflexiones).

1. Desarrollo

El filósofo Arthur Schopenhauer nació en Danzing en el siglo XVIII. Su análisis filosófico parte del dolor que el hombre siente en el mundo, por lo cual, suele decirse que es un autor pesimista. Aborda al ser humano como la victima del mundo caótico y siniestro. Es analista del pensamiento de Kant, y tiene como trasfondo las lecturas del pensamiento hinduista, en boga en la Europa de entonces.

En la obra El Mundo como Voluntad y Representación, insiste en que este mundo es solo una representación cognitiva. Afirma que su filosofía representa un replanteamiento en el conocer humano, pues en lugar de partir del objeto o del sujeto para comprender el devenir, parte de la representación como movimiento cognitivo humano. A esto se suma un reposicionamiento tan importante, que señala que se trata de un giro de tipo copernicano; pero en el sentido comprensivo de la existencia. Señala que la intuición es la capacidad humana que permite ordenar los objetos de nuestra experiencia en un campo espacio-temporal; mientras que el entendimiento permitirá categorizar los contenidos de esta intuición, según la relación, cantidad y cualidad.

A través de estas cualidades, la producción del conocimiento obtiene por meta el mundo fenoménico, donde lo que se conoce es una intuición empírica y lo que no es susceptible de esta intuición. es el noúmeno que es la esencia del mundo.

Mientras que la segunda influencia, las filosofías hinduistas, lo permean en la noción de la vida y la muerte, en donde hay una maia que es la ilusión; donde el mundo se aparece como si fuese una obra de teatro. En él se representa una obra, con una aparición espontánea y un final igualmente espontáneo. Asimismo, el nirvana es otro de los elementos que son de especial interés en Schopenhauer.

Al referirse a Kant, Schopenhauer (2009), en su obra El Mundo como Voluntad y Representación, juega con la distinción noúmeno y fenómeno, donde la voluntad es el noúmeno y la representación el fenómeno; de esta forma, este artículo parte de una distinción metafísica básica: la separación del mundo físico y el etéreo.

En Schopenhauer, las nociones voluntad y representación se fusionaron con el pensamiento hindú. Emplea el concepto maia, para hablar sobre

la realidad, la cual, según Schopenhauer, tiene un velo. Aquí identificamos una clara aproximación al pensamiento platónico, al insistir que la realidad fenoménica del mundo no es más que apariencia. A diferencia del pensador ateniense, que lejos está de afirmar que lo verdadero está en el mundo de las ideas. Insiste en que lo existente es la voluntad. Así, la realidad no es más que el devenir de la voluntad.

Por esto, la voluntad y su representación son dos nociones de vital importancia para Schopenhauer; en este sentido, el poder es analizado bajo esa óptica, por lo cual preguntamos ¿cómo se entiende al poder?, es necesario aclarar que Schopenhauer no habla propiamente de la noción de poder; sin embargo, al analizar El Mundo como Voluntad y Representación, el poder es identificado cuando alude a la voluntad, entendida como voluntad de vivir. Así, apunta que la voluntad es la autoconciencia del sujeto pensante: “El sujeto se conoce a sí mismo sólo como volente, no como cognoscente. (…) Lo conocido en nosotros como tal no es lo cognoscente sino lo volente, el sujeto del querer, la voluntad” (Schopenhauer, 2009, p. 6).

De esta manera, en El Mundo como Voluntad y Representación, menciona que la voluntad es el conocimiento a priori del cuerpo, y el cuerpo, el conocimiento a posteriori de la voluntad. (Schopenhauer, 2009, p. 72). La voluntad puede mirarse como aquella fuerza que permite el impulso de la naturaleza de los seres vivos, en donde la voluntad de vivir es aquella que muestra al “yo”, como voluntad de ser. Esta fuerza voluntaria genera insatisfacción y sufrimiento constante.

En el animal vemos la voluntad de vivir, por así decirlo, más desnuda que en el hombre, en el que está revestida de tanto conocimiento. Y tan cubierta por la capacidad de disimulo, que su verdadero ser no sale a la luz más que de forma casi accidental y esporádica. Totalmente desnuda, pero también mucho

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más débil, se muestra en la planta, como un simple afán de existencia sin objetivo ni fin. Pues esta revela todo su ser a primera vista y con una perfecta inocencia, a la que no perjudica el hecho de exhibir en su cima los genitales, que en todos los animales han recibido el lugar más oculto. Esa inocencia de la planta se debe a su falta de conocimiento: la culpa no radica en el querer, sino en el querer acompañado de conocimiento. Cada planta habla ante todo de su lugar de origen, el clima de este y la naturaleza del suelo del que ha brotado. De ahí que hasta el menos ejercitado sepa si una planta exótica pertenece a la zona tropical o a la templada, Y si crece en el agua, el pantano, la montaña o el llano. Además, cada planta expresa también la especial voluntad de su especie y dice algo que no se puede expresar en otro lenguaje. Pero procedamos ahora a aplicar lo dicho a la consideración teleológica de los organismos, por lo que se refiere a su finalidad interna. Si en la naturaleza inorgánica la idea, que siempre ha de ser considerada (Schopenhauer, 2009, p. 99).

De esta forma, a diferencia de los animales, los seres humanos deben reconocerse como seres con voluntad, para así mirar a las emociones y las necesidades físicas como imposibles de saciar. Con estas ideas, Schopenhauer reflexiona:

Continuamente la materia persistente tiene que cambiar de forma cuando, al hilo de la causalidad, fenómenos mecánicos, físicos, químicos y orgánicos, ávidos de manifestarse, se arrebatan unos a otros la materia, porque cada uno quiere revelar su idea. A través de toda la naturaleza se puede seguir esa lucha, e incluso no consiste más que en ella: ειγαρμηηντονεικοςεντοιςπραγμασιν, ‘εν ‘ανηναπαντα, ωςφεσινΕμπεδοκλης

(nam si non inesset in rebus contentio, unum omnia essent, ut ait Empédocles. Aristóteles, Metaph. B., 5):2 pero esa lucha no es sino la revelación de la esencial escisión de la voluntad respecto de sí misma. Esa lucha universal se hace visible con la máxima claridad en el mundo animal, que se alimenta del vegetal y en el que a su vez cada animal se convierte en presa y alimento de otro, es decir, la materia en la que se presentaba su idea ha de retirarse para que se presente otra, ya que cada animal no puede conservar su existencia más que mediante la constante supresión de la ajena; de modo que la voluntad de vivir se consume a sí misma y es su propio alimento en diversas formas, hasta que al final el género humano, al imponerse sobre todos los demás, considera la naturaleza como un producto para su propio uso; si bien, como veremos en el libro cuarto, ese género revela en sí mismo con la más atroz claridad aquella lucha, aquella autoescisión de la voluntad, y se produce el homo homini lupus (Schopenhauer, 2009, p. 94).

Con esto, el ser humano se entiende como un ser insatisfecho que está sufriendo por no alcanzar los objetos del deseo. Pero, cuando se alcanzan estos, pasan a desaparecer del deseo, para generar nuevos. Cuando se quiere algo, el ser humano se imagina lo que quiere y organiza acciones que le permitan conseguirlo. Entendido así, el poder es una manifestación de las acciones que aparentemente permiten acceder al deseo de la voluntad. Observamos así, que el poder es el hacer en el mundo de los fenómenos; una ilusión en una

2 Pues si no estuviera la lucha en las cosas, todo sería uno, como dice Empédocles.

ilusión. Para el pensador alemán, la felicidad es la renuncia al deseo, a la voluntad.

Esta voluntad es la que fomenta el sufrimiento en los hombres, por lo que a partir de deshacerse de ella se puede conseguir la paz. La voluntad es ciega, no tiene una finalidad más que finita, ya que la duración de la voluntad del querer es efímero, viene y se va, aparece y desaparece, tal como lo haría un acto de magia. En un ejemplo hipotético, el hombre desea un determinado estado de bienestar económico, pero cuando lo obtiene desea más, sin que esto le satisfaga y por consiguiente lo vuelve infeliz, aun cuando este sufrimiento sea inútil, el único valor que genera es el dolor.

Para Schopenhauer hay tres caminos para abandonar el sufrimiento: el primero es la contemplación estética, el cual es un acto desinteresado, libre del deseo. La segunda vía es la compasión, es comprender el dolor de los otros, al colocarse en el lugar que ocupa la otredad. La tercera es la ascética o autonegación del yo, lo cual representa el desapego al yo, permitiendo alcanzar el nirvana.

Entonces, el poder se encuentra en esta voluntad de vivir, el cual parece considerarse como un poder que nos hace padecer y hacer padecer a los otros. ¿Dónde se origina el poder? Para Schopenhauer, el poder se origina del apego de la idea del sujeto, pues, para este pensador, el sujeto es aquel individuo que está atado socialmente a obligaciones y aspiraciones, pasiones y ambiciones que lo mantienen sujeto a la vida social.

¿Quién representa al poder? Schopenhauer dice que el poder está en el individualismo. Por lo cual, la moral es fundamental para él, de lo contrario, un individuo no sujeto a la sociedad, al bien de la comunidad, es un individuo apegado a la vida, a la voluntad de vivir y por lo tanto al ejercicio del poder. Es así que:

En las variadas formas de la vida humana y el incesante cambio de los acontecimientos no contemplará como permanente y esencial más que la idea en la que la voluntad de vivir tiene su más perfecta objetividad, y que muestra sus distintos aspectos en las cualidades, pasiones, errores y méritos del género humano, en el interés personal, odio, amor, miedo, audacia, imprudencia, torpeza, ingenio, genialidad, etc.; todo lo cual, convergiendo y cuajando en miles de formas (individuos), representa la historia del mundo a grande y pequeña escala, en la que da igual si lo que está en juego son nueces o coronas. Finalmente, descubrirá que en el mundo ocurre como en los dramas de Gozzi, en todos los cuales aparecen siempre los mismos personajes con igual propósito y destino: los motivos y acontecimientos son en cada obra distintos; pero el espíritu de los acontecimientos es el mismo: los personajes de una obra no saben nada de los acontecimientos de la otra, en la cual, sin embargo, ellos mismos actuaron: de ahí que, a pesar de todas las experiencias de la obra anterior, Pantaleón no se haya vuelto más hábil o desprendido, ni Tartaglia más escrupuloso, ni Brighella más valiente ni Colombina más decente (Schopenhauer, 2009, p. 111-112).

Pero entonces, al poder ¿qué mecanismos lo reproducen? Precisamente la individualización generará toda una cantidad de acciones en contra del desapego y la noluntad; al hacerlo, se va en contra de la contemplación estética, la compasión y la propia noluntad.

El deseo es siempre la voluntad por algo; por consiguiente, es la expresión de una carencia, que cuando se busca satisfacer la felicidad es una sensación temporal de este deseo, que provocará

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nuevos. Para Schopenhauer, la naturaleza de la voluntad se expresa de la siguiente manera, donde El mundo fenoménico en el que vivimos se manifiesta como conflicto, la guerra y la crueldad, tienen en efecto un origen metafísico; con esto, la raíz de toda maldad es la esclavitud a la voluntad. El desprenderse de la voluntad apaga la imagen apetitiva, la reproducción se da en la medida en la que la individualización produce una ilusión que consiste en la lucha de la supervivencia, que se considera separada de una lucha constante de la comunidad. Esta supervivencia, al estar cercana a la voluntad de vivir, está cerca de los deseos, necesidades y pasiones, lo que conlleva al hombre a sufrir en un círculo constante hasta que muera. Siempre y hasta ese mismo día insatisfecho.

2. Notas para una inquisición futura

La reflexión en Schopenhauer en torno al poder se hace a partir de la individualización. El individuo, como ser finito, se contempla como un ser insatisfecho, en tanto sus acciones se dirigen hacia el encuentro con la satisfacción, pero es aquí que la satisfacción, al ser efímera, construye una distinción metafísica de la inmediatez y la finitud de dos aspectos: el fenoménico y, por lo tanto, lo físico; y el noúmenico y, por lo tanto, lo no físico. La lucha permanente por la voluntad de vivir promueve un conflicto perpetuo en el individuo. La acción contraria, la noluntad, se muestra como una acción en contra de la compasión, e inclusive en contra de la misma noluntad, pues no es acción, no obstante, mantiene una acción per se.

La noluntad es una aparente forma de desapego, el poder entonces es un ejercicio de apego a la vida, a la contemplación estética, a la compasión, y, por lo tanto, una acción conflictiva en el mundo fenoménico.

Así, no se plantea el ascesis de la esclavitud de la voluntad, pues esta es origen de maldad, sino se plantea la constante de insatisfacción, se és ésto, porque somos sujetos volentes, somos sujetos del

querer, del deseo. Entonces, para Schopenhauer, el poder está en la voluntad de vivir; el poder es la consecuencia de nuestro padecimiento, pues se genera en la idea del sujeto, del individuo. En este punto, el poder se manifiesta como entidad del “individuo” que ata socialmente a obligaciones y aspiraciones, pasiones y ambiciones, que lo mantienen sujeto a la vida social, generando en el individuo la voluntad de vivir, la voluntad que es el deseo, el deseo que es el poder.

REFERENCIAS

BIBLIOGRÁFICAS

Buschendorf, C. (2008). The High Priest of Pessimism.

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Gardiner, P. (1963). Schopenhauer. Harmondsworth:

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Hamlyn, D. W. (1980). Schopenhauer. London: Routledge

and Kegan Paul. Recuperado de: https://www.jstor.org/stable/20127622

Magee, B. (1997). The Philosophy of Schopenhauer.

New York: Oxford University Press. Recuperado de: https://philpapers.org/rec/MAGTPO-2

Nietzsche, F. (1973). En torno a la voluntad de poder.

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Nietzsche, F. (2000). La voluntad de poder. Madrid/

México/Buenos Aires: Edaf.

Schopenhauer, A. (2009). El mundo como voluntad y

representación. Trad. Pilar López de Santa María. México: AKAL. Recuperado de: http://search.4shared.com/q/CCAD/1/El%20mundo%20como%20voluntad%20de%20repreentaci%C3%B3n?suggested